En su particular operación “Rescatemos el voto de la derecha para suceder a Mariano”, Alberto Ruiz-Gallardón está buscando con ahínco el voto conservador desde que accedió al Ministerio de Justicia. Pero sin olvidar que también necesita el apoyo de El País. Así que a unos nos da declaraciones y a otros filtraciones.
Visto desde posiciones conservadoras, causa risa la pretensión de que el PP de Rajoy y Gallardón tenga ideología. Salvo que desde el PSOE y desde sus medios se estén refiriendo a sus veleidades socialdemócratas, únicas pinceladas ideológicas que hemos visto desde la toma de posesión.
El País cuenta que el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, está pensando en reducir muy ligeramente la cifra de seres humanos exterminados. Según este periódico, que cita fuentes gubernamentales, la reforma del aborto que planteará Gallardón en el Congreso de los Diputados mantendrá un solo supuesto, el coladero por antonomasia, la salud psicológica de la madre, y seguirá el modelo alemán.
Tres consideraciones al respecto:
1. El modelo alemán consiste de facto en el aborto libre hasta el tercer mes de embarazo.
2. En Alemania se producen con este modelo algo más de 108.000 abortos al año.
3. La propuesta que adelanta El País supondría pasar de un aborto libre hasta la semana 14 a un aborto libre hasta la semana 12.
¿Consideras razonable que el PP avale el exterminio de seres humanos, pero reduzca su cantidad?
La información que adelanta El País puede leerse en Gallardón traslada a las mujeres que aborten la decisión última.
Parecía que Leire Pajín no podía dejar más bajo el listón de acceso a la máxima responsabilidad del Ministerio de Sanidad.
Para terminar de aguar la esperanza de quienes votaron al PP creyendo lo que dijeron y lo que insinuaron sus actuales dirigentes durante las dos últimas legislaturas, la publicación en el Boletín Oficial del Estado de esta convocatoria (BOE-A-2012-10062) nos recuerda que:
Entre los criterios de valoración para obtener estas subvenciones destacan méritos como los siguientes:
El mundo de mediados del XX, en cuyo caldo fuimos cultivados, está desapareciendo. Y el modelo que instauró la transición se está hundiendo sin remedio en medio de la indiferencia general. La pregunta ahora es si la hecatombe que viviremos se llevará por delante los pestilentes valores sobre los que hemos construido nuestra vida colectiva.
Todas las sociedades han avanzado gracias a, o por causa de períodos de violencia. La idea nos repugna: somos hijos de la decadencia de nuestro opulento y corrupto imperio romano y no queremos más sangre que la del circo de las teles o los estadios.
Pero caminamos con firmeza y rapidez, aunque quizá en la ignorancia, hacia la violencia de la que tendrá que nacer la sociedad que vivirán quienes nos sucedan.
En la medida de mis ínfimas posibilidades, trabajo para que el momento nos pille con mucho músculo moral. Porque la posibilidad de que la violencia que nos espera se lleve por delante los valores sobre los que hemos construido la sociedad que ahora se hunde, merece nuestro máximo esfuerzo.
El tiempo juega a nuestro favor. Y también la fortaleza de unas convicciones que no son precisamente las que ahora están en cuestión. De modo que, desde el pozo del desastre en el que nos sumergimos a velocidad imparable, me declaro profundamente optimista.
Cómo no sentirse esperanzado cuando asistimos al colapso de los valores que, en los últimos 30 años, han hecho de nuestra sociedad un lodazal.
Se hunden también las estructuras políticas sobre las que esos valores se han sustentado y de las que han vivido como alimañas carroñeras.
Empiezan a caer los mitos ideológicos y culturales que arrasaron nuestra mente en los años en que debíamos ser educados y no adoctrinados.
Se hace añicos la casta política, cultural, económica, mediática, responsable de nuestro empobrecimiento material y moral.
Empezamos a caminar sobre los restos de las instituciones con las que todos ellos pretendieron construir un mundo a la medida de sus intereses.
¿Por qué habría de preocuparme el hundimiento de un modelo de sociedad que se ha dedicado única y exclusivamente a abducirme y a tratar de acabar con mis valores desde que tengo uso de razón?
Al PP de Mariano Rajoy le falta tiempo para apoyar las políticas más conspicuas del zapaterismo. Ahora en la ONU, de la mano de Bibiana Aído y con el aborto. Ayer con EpC. Siempre con su sumisión a los valores de quienes tienen como único objetivo destruir nuestro modelo de sociedad.
El Gobierno de Mariano Rajoy no solo está manteniendo el apoyo económico a los programas que propugnan la ideología género en el tercer mundo (el principal instrumento del nuevo colonialismo), sino que quiere reforzar en España políticas como las promovidas por personajes tan siniestros como Bibiana Aído.El Ministerio de Ana Mato, uno de los miembros más lamentables del consejo de ministros, se ha reunido con Michelle Bachelet, la representante de ONU Mujeres, para asegurarle que no solo no tocará una coma de la legislación relativista impuesta por el anterior Gobierno socialista, sino que España seguirá siendo el país que más contribuye a los programas coloniales de ideología de género de ONU y para comprometerse a trasladar a nuestro país las últimas ocurrencias del departamento de Naciones Unidas que dirige la expresidenta chilena y asesora la exministra del aborto (Aído vuelve a aparecer en la política española).
A pesar de su abrumadora mayoría absoluta y de que lleva tan poco tiempo en el Gobierno, no hay un solo ámbito de la política nacional en el que el PP no nos haya traicionado:
Que en el seno del PP la división no se haya explicitado todavía, que no sea pública y manifiesta y no haya empezado a acogotar a Mariano Rajoy y a los dirigentes de este PP desleal con sus electores, empieza a decir muy poco de quienes dicen sentirse incómodos dentro de esa formación.
Empiezo a pensar que a los buenos del PP les preocupa más diseñar la operación de manera que ellos mismos sobrevivan, que regenerar la política nacional.
Otra vez nos falla la clase política. Incluso aquella que parecía convertirse en nuestra última tabla de salvación.
¿A qué demonios estáis esperando?
Todavía no lo saben, pero los partidos políticos actuales con todos sus dirigentes han entrado en barrena. Y el sistema constitucional español ha colapsado. Rien ne va plus. Tarde o temprano, hasta ellos empezarán a hablar de refundar el país. El problema es que hacerlo de verdad puede costar un grado de violencia insostenible. Y frente a ello, tal vez prefiramos desaparecer por el sumidero.
No estamos ante un asunto meramente económico. Es el modelo de sociedad que hemos construido en los últimos 30 años el que se ha demostrado inviable. El caos económico simplemente ayuda a aflorar los tintes más dramáticos de nuestro fracaso colectivo.
La raíz del problema está en primer lugar en quienes tenían la responsabilidad de dirigir el destino de la nación y en el modelo político que nos propusieron. Y en segundo lugar en nosotros mismos, ciudadanos de a pie, incapaces de reflexionar un solo segundo acerca de la responsabilidad que comporta el derecho al voto. Mentecatos sectarios cegados por el culto estúpido a unas siglas, las que fueren, en lugar de aprender que no hay derechos sin deberes y que las ideas tienen consecuencias.
Nos ha dado igual todo y hemos preferido el tintineo de las monedas en el bolsillo a la dignidad nacional. Cambiamos los principios por los que se deben regir los ciudadanos de una nación íntegra por el viaje a Cancún, o por el traje de lupanar de Las mil y una noches para la primera Comunión de la niña, o por una televisión de plasma más grande que las ventanas por las que debería entrarnos la luz.
Hemos pasado décadas pensando que el ocio es el tiempo que uno dedica a patear un centro comercial. Dejamos de leer porque es aburrido. Y de pensar, porque para eso está la 2. Y así transferimos nuestra voluntad y nuestra libertad al Estado.
Y el Estado se hizo con la 2 y convirtió nuestro cerebro en un gulag mientras sonreíamos pensando que lo importante era la hipoteca.
Tenemos realmente lo que nos merecemos. Sobre el horizonte de este incierto 2012 no vislumbramos ni honra, ni barcos. Estamos llegando al fondo. ¿Qué haremos cuando nos instalemos definitivamente en él?
En un país como Dios manda estas cosas se resuelven con borrón y cuenta nueva. Refundación del Estado; redefinición de la nación; otra Constitución (si es que es necesario tener una Constitución); proclamación de un nuevo sistema político; desaparición de buena parte de las actuales instituciones; limpieza a fondo de las que sobrevivan.
Pero hace demasiados siglos que España dejó de ser un país como Dios manda. Ya somos incapaces de ver más allá de nuestras cortas narices. Y no parecemos hoy por hoy capacitados para escucharnos y acogernos unos a otros.
Hemos perdido la capacidad de ver en el otro a un compatriota. Y eso nos podría conducir a la violencia en el momento en que se produzca el crac, o al suicidio colectivo, es decir, a seguir sin hacer nada.
A algunos nos queda algo de optimismo todavía, y aguardamos esperanzados el momento de la hecatombe. Porque cuando toquemos de verdad fondo, de entre las ruinas sabremos resurgir. Y lo haremos de otra manera. Nada que ver con la sociedad que nuestra generación construyó y conoció.
Eso al menos quiero pensar.
“Y volveremos a tener un solo corazón y una alma sola, y la unidad, que hoy no está muerta, sino oprimida, tornará a imponerse, traída por la unánime voluntad de un gran pueblo, ante el cuál nada significa la escasa grey de impíos e indiferentes”.
En un país donde se organiza “el año de…” con cualquier fútil excusa, siempre que sirva a mayor gloria del bobo progre de turno, resuena el silencio de este sábado, 19 de mayo, cuando se cumplen 100 años de la muerte de la máxima autoridad de la cultura española de todos los tiempos.
"España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vetones o de los reyes de taifas.
A este término vamos caminando más o menos apresuradamente, y ciego será quien no lo vea. Dos siglos de incesante y sistemática labor para producir artificialmente la revolución, aquí donde nunca podía ser orgánica, han conseguido no renovar el modo de ser nacional, sino viciarle, desconcertarle y pervertirle."
Estas palabras fueron escritas en 1880 por Marcelino Menéndez Pelayo, que contaba entonces 24 años de edad, en el epílogo de su monumental y luminosa Historia de los heterodoxos españoles. En esta magna obra plasmó su visión de España y supo desvelar con singular acierto los riesgos que corría y aun corre nuestra nación.
"Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche."
Menéndez Pelayo contaba doce años de edad cuando enumeró los libros que tenía en su ya notable biblioteca: eran obras en francés y latín de Cátulo, Quinto Curcio, Ovidio, Cicerón, Fenelon, Chateaubriand y Bossuet.
A los 21 años, Don Marcelino ya era catedrático en la Universidad de Madrid. A los 24 años era miembro de la Academia Española de la Lengua. A los 26 años, de la Academia de la Historia, que también dirigió. E inmediatamente, de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la Academia de Bellas Artes de San Fernando... Fue asimismo director de la Biblioteca Nacional, diputado a Cortes y senador.
Este sábado, 19 de mayo de 2012, centenario de su fallecimiento, solo Santander recordará la figura del mayor intelectual español, que recibirá el homenaje de sus paisanos en la Biblioteca que lleva su nombre.
Mientras tanto la derecha española, a la sazón en el poder (tal parece, al menos en teoría), permanece muda, la cabeza baja, tratando de que pase esta fecha lo más rápidamente posible.
Avergonzada de su propia identidad, ignorante hasta producir sonrojo, nuestra derecha, la oficial, la que recibe votos y sienta culo en Cortes, cree que el tintineo de las monedas basta para construir una nación.
Pero la identidad de la derecha española no está en los charlatanes de nuevo cuño que mueven sus plumas al amparo de esa institución ridícula y caduca a la que llamamos “autonomías”. Ni está en un consejo de ministros que clona a su predecesor, ni en los decretos de un Ministerio de Economía que escribe con renglones socialdemócratas.
La identidad del pensamiento conservador español está en quienes queremos borrar de la faz de la tierra.
Cien años sin Don Marcelino. Así nos va.
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Fragmentos de Historia de los heterodoxos españoles:
“Ni por la naturaleza del suelo que habitamos, ni por la raza, ni por el carácter, parecíamos destinados a formar una gran nación. Sin unidad de clima y producciones, sin unidad de costumbres, sin unidad de culto, sin unidad de ritos, sin unidad de familia, sin conciencia de nuestra hermandad ni sentimiento de nación, sucumbimos ante Roma tribu a tribu, ciudad a ciudad, hombre a hombre, lidiando cada cual heroicamente por su cuenta, pero mostrándose impasible ante la ruina de la ciudad limítrofe o más bien regocijándose de ella.
España debe su primer elemento de unidad en la lengua, en el arte, en el derecho, al latinismo, al romanismo.
Pero faltaba otra unidad más profunda: la unidad de la creencia. Sólo por ella adquiere un pueblo vida propia y conciencia de su fuerza unánime, sólo en ella se legitiman y arraigan sus instituciones, sólo por ella corre la savia de la vida hasta las últimas ramas del tronco social.
Sin un mismo Dios, sin un mismo altar, sin unos mismos sacrificios; sin juzgarse todos hijos del mismo Padre y regenerados por un sacramento común; sin ver visible sobre sus cabezas la protección de lo alto; sin sentirla cada día en su hijos, en su casa, en el circuito de su heredad, en la plaza del municipio nativo; sin creer que este mismo favor del cielo, que vierte el tesoro de la lluvia sobre sus campos, bendice también el lazo jurídico que él establece con sus hermanos y consagra con el óleo de la justicia la potestad que él delega para el bien de la comunidad; y rodea con el cíngulo de la fortaleza al guerrero que lidia contra el enemigo de la fe o el invasor extraño, ¿qué pueblo habrá grande y fuerte? ¿Qué pueblo osará arrojarse con fe y aliento de juventud al torrente de los siglos?
Esta unidad se la dio a España el cristianismo. La Iglesia nos educó a sus pechos con sus mártires y confesores, con sus Padres, con el régimen admirable de sus concilios. Por ella fuimos nación, y gran nación, en vez de muchedumbre de gentes colecticias, nacidas para presa de la tenaz porfía de cualquier vecino codicioso. No elaboraron nuestra unidad el hierro de la conquista ni la sabiduría de los legisladores; la hicieron los dos apóstoles y los siete varones apostólicos; la regaron con su sangre el diácono Lorenzo, los atletas del circo de Tarragona, las vírgenes Eulalia y Engracia, las innumerables legiones de mártires cesaraugustanos.
Si en la Edad Media nunca dejamos de considerarnos unos, fue por el sentimiento cristiano, la sola cosa que nos juntaba, a pesar de aberraciones parciales, a pesar de nuestras luchas más que civiles, a pesar de los renegados y de los muladíes. El sentimiento de patria es moderno; no hay patria en aquellos siglos, no la hay en rigor hasta el Renacimiento; pero hay una fe, un bautismo, una grey, un pastor, una Iglesia, una liturgia, una cruzada eterna y una legión de santos que combaten por nosotros.Dios nos conservó la victoria, y premió el esfuerzo perseverante dándonos el destino más alto entre todos los destinos de la historia humana: el de completar el planeta, el de borrar los antiguos linderos del mundo. Un ramal de nuestra raza forzó el cabo de las Tormentas, interrumpiendo el sueño secular de Adamastor, reveló los misterios del sagrado Ganges, trayendo por despojos los aromas de Ceilán y las perlas que adornaban la cuna del sol y el tálamo de la aurora. Y el otro ramal fue a prender en tierra intacta aun de caricias humanas, donde los ríos eran como mares, y los montes, veneros de plata, y en cuyo hemisferio brillaban estrellas nunca imaginadas por Tolomeo ni por Hiparco.
Quiso Dios que por nuestro suelo apareciesen, tarde o temprano, todas las herejías, para que de ninguna manera pudiera atribuirse a aislamiento o intolerancia esa unidad preciosa, sostenida con titánicos esfuerzos en todas las edades contra el espíritu del error. Y hoy, por misericordia divina, puede escribirse esta historia mostrando que todas las heterodoxias pasaron, pero que la verdad permanece, y a su lado está el mayor número de españoles, como los mismos adversarios confiesan. Y si pasaron los errores antiguos, así acontecerá con los que hoy deslumbran, y volveremos a tener un solo corazón y una alma sola, y la unidad, que hoy no está muerta, sino oprimida, tornará a imponerse, traída por la unánime voluntad de un gran pueblo, ante el cuál nada significa la escasa grey de impíos e indiferentes.
He leído con tristeza, con el respeto que me merece y con la credibilidad que tiene, el último artículo de Francisco José Alcaraz, Crónica de una decepción, aparecido en Libertad Digital. Un exabrupto, apenas una frase. Eso fue lo único que surgió cuando terminé: “¡Que nadie tenga en la clase política los cojones de dar un paso al frente para encabezar una alternativa!”
El país necesita sacrificios y entrega. Algo imposible sin liderazgo. Pero aquí nadie levanta la mano.No hace falta tener especiales conocimientos, ni ser un analista de primera para vislumbrar el cronograma de la destrucción de la nación, tan visible ya como soez, que cumplirá sus últimos objetivos en apenas tres años. Pero ninguno de los dirigentes políticos en activo y tampoco quienes están en la reserva, extraditados de su partido por causa de sus principios, tiene el valor, la capacidad de sacrificio y la generosidad necesaria para levantar la mano.
Todos hablan (o hablaban) de la política como servicio. Pero a la hora de la verdad, en el momento de la gravedad extrema, parecen haberse vuelto avestruces.
La dirección del Partido Popular, querido Jose, cree estar actuando correctamente: sus actuales dirigentes consideran que los pasos que han dado, y que tú acertadamente señalas en tu artículo, contribuirán al fin del terrorismo en España y a la desaparición irreversible de sus partidarios.
Pero si las políticas del PP consisten en seguir la senda del PSOE o incluso en ir más allá, clama al cielo que nadie alce la voz en las filas de ese partido.
A diferencia de ti, yo sigo confiando en una de las dos almas del PP. Pero reconozco que esa alma requiere de un electroshock porque, a decir verdad, tiene los días contados.
La derecha necesita urgentemente una UPyD. Y una Rosa Díez. No sirven los minúsculos partidos que frecuentan cada convocatoria electoral sin programas verosímiles, sin dirigentes capacitados, ni perspectivas razonables. (Y me adelanto a algún comentarista: tampoco sirven las voluntariosas resurrecciones de fórmulas tan caducas como la vieja, en demasiados lugares corrupta y en todos desprestigiada Democracia Cristiana.)
Vidal Quadras sostiene que todavía hemos de tocar fondo. Y cuando lo hagamos, la alternativa surgirá de manera casi natural de entre lo que ahora se denomina derecha sociológica, esa amalgama de movimientos sociales, asociaciones, medios de comunicación y movimientos cívicos críticos con la línea de la actual dirección del PP.
En el seno del movimiento cívico algo se está cuajando. Pero no estoy demasiado seguro de que ese sea el procedimiento más eficaz porque largo me lo fiáis: dudo que la nación pueda resistir tres o cuatro años más.
Por otra parte, que Alejo Vidal Quadras señale a la ciudadanía para resolver la crisis de España, en lugar de apelar a la estructura política de la nación, me alarma en extremo. Sabe de lo que habla, conoce a sus compañeros, los políticos de todos los partidos. Lo que me lleva a pensar que no da un duro por ninguno de ellos.
Sin embargo, a mi modo de ver, la única fórmula para evitar la destrucción de nuestro país en esta misma legislatura y para iniciar un proceso de regeneración está en manos del PP. Pero la dirección de los populares solo emprenderá ese camino si siente en la nuca el aliento de una UPyD a su derecha. Y esa operación solo cuajará si está encabezada por alguno de esos dos o tres nombres que todos conocemos.
Son esas personas quienes deben encabezar el sacrificio que todos habremos de secundar. Dando un paso al frente, anunciando su salida del PP y la creación de una nueva formación.
Les apoyaremos económicamente. Les sostendremos hasta las próximas elecciones. Trabajaremos para ellos. Compartiremos el camino. Y conseguiremos sin ningún género de dudas que entren en el Congreso en la próxima legislatura.
Para quienes lo han sido ya todo en política, el riesgo de una operación semejante es limitado. ¿Qué puede perder quien está de vuelta? Y la compensación, inmensa: hay un hueco en la Historia para quien dé el paso.
Tres mil quinientos millones de pesetas a manos de los partidos políticos solo en el último trimestre del año.
Los partidos políticos se han repartido en el cuatro trimestre del año 2011 a través del BOE la cantidad de 20.798.016 euros, lo que equivale a 3.460.498.690,176 ptas.Las cantidades que aquí figuran han sido publicadas en el Boletín Oficial del Estado, número 19, de 23 de enero de 2012, Sec. III, pág. 5628. El documento puede consultarse aquí.
Ante las expectativas levantadas por el cambio de gobierno en España, el movimiento provida se mueve desde hace un mes entre el posibilismo y la impaciencia. A la primera opción se acaba de apuntar uno de sus representantes más respetados, Benigno Blanco.
En un artículo aparecido en ABC el pasado viernes con el título de Propuesta del PP sobre el aborto, el presidente del Foro Español de la Familia glosa el texto del voto particular que el Partido Popular presentó en la comisión de igualdad del Congreso de los Diputados en 2009, cuando se empezó a tramitar la vigente ley del aborto.Entre otras cosas, el PP denunciaba en aquel documento, a través de Soraya Sáenz de Santamaría, el fraude de ley que supone el supuesto de la salud de la madre y/o del feto y rechazaba considerar el aborto como un derecho (lo que supone reconocer que existe el derecho a matar).
Benigno Blanco elogia el texto, elaborado hace casi tres años por el PP en la oposición, y considera que constituye la base sobre la que el Gobierno de Mariano Rajoy elaborará su reforma de la ley del aborto.
Blanco sostiene incluso en su artículo que el PP “incluyó en su programa electoral” los puntos mencionados en su voto particular de 2009. Pero nada más lejos de la realidad. La afirmación del presidente del Foro Español de la Familia es, por desgracia, tan solo un recuerdo alterado por el paso optimista del tiempo.
La única mención al aborto que aparecía en el programa electoral con el que el PP concurrió a las elecciones legislativas de 2011 (2 líneas en 214 páginas) era esta:
“Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores.” (Programa del Partido Popular para las Elecciones Generales de 2011, pág. 108)
A pesar de tamaña parquedad, es obvio que buena parte de los partidarios de derogar la ley del aborto y muchos activistas provida españoles han votado al Partido Popular. Es imposible conocer sus motivos. ¿Por sentir honestamente que el mal menor puede ser también el bien posible en las presentes circunstancias? ¿Por valorar otros asuntos, además del aborto? ¿O por pura reacción frente a las atrocidades del período Zapatero?
Poco importan ya los motivos. Ahora es el tiempo de los resultados. Tiempo de exigir al Partido Popular que ponga negro sobre blanco lo que no expresó con suficiente claridad en su programa electoral pero sí dijeron muchos de sus dirigentes. Lo que expresaron con rotundidad algunos de ellos. Lo que defiende la abrumadora mayoría de sus militantes y la mayor parte de sus votantes.
¿Pero qué hacer mientras se sustancian los hechos? Benigno Blanco parece decantarse por la reflexión y el apoyo optimista a un Gobierno que solo sabe hablar de economía y únicamente lleva tres semanas en el poder. Es quizá la posición más sensata.
La más sensata si las primeras tres semanas de gobierno de Mariano Rajoy no nos hubieran traído tanta desazón. Hete aquí que echamos a Zapatero y su destructivo PSOE para encontrarnos con un PP que utiliza su mismo lenguaje.
En sus primeras semanas de actuación, el Gobierno popular se ha sometido a los códigos políticamente correctos del progresismo zapatero; ha nombrado para algunos cargos de especial relevancia (investigación con embriones, víctimas del terrorismo, comunicación) a significados personajes del período zapatero. Y las escasa ocasiones en que no ha hablado de economía, lo ha hecho únicamente de violencia “de género”, asumiendo en una sola frase el lote completo de la tóxica ideología de género.
Quisiera compartir el optimismo del presidente del Foro Español de la Familia con respecto a la derogación del aborto. Pero no se me olvida que cuando conseguimos colarnos en Moncloa durante el primer consejo de ministros del Gobierno popular para recordarle al Ejecutivo su compromiso con la vida, Soraya Sáenz de Santamaría respondió muy rumbosa afirmando que “el PP cumple sus compromisos”… para afirmar a continuación que quieren “reformar la ley del aborto”.
Lo que muchos, y desde luego de manera destacada Benigno Blanco, venimos pidiendo desde hace tanto tiempo no es precisamente una reforma sino la derogación de una legislación que se lleva por delante cada día a 300 seres humanos.
Muchos dirigentes del PP están por la labor. Pero esa intención no termina de cuajar. La presión firme y decidida sobre el Gobierno es hoy fundamental. Y por ello las actitudes complacientes solo sirven para retrasar la solución definitiva de un asunto que nos avergüenza como sociedad y como civilización.
La satisfacción que producía escuchar a Rajoy durante su debate de investidura no procedía del contenido de sus palabras, sino de lo raras que sonaban tras siete años de estupidez gubernamental.
Lo suyo ha sido la faena del honesto jardinero contratado por horas. De su discurso en el Congreso solo pude deducir una cosa: parece usted convencido de haber recibido el encargo de cuidar del jardín sin alterar su aspecto.
Se comprometió usted a mejorar la limpieza de los arriates, pero no a cambiar sus especies. Nos contó con gesto de satisfacción mal disimulada que hará lo indecible por dejar los setos perfectamente podados, huyendo de la chapuza actual, pero no se aventuró a proponer un cambio de formas en el paisaje de ese jardín genuinamente izquierdista en el que estamos instalados desde la muerte de Franco.
¿Otra vez, señor Rajoy, dirigentes del Partido Popular, se van a conformar ustedes con ser meros gestores del modelo de sociedad del PSOE?
¿De nuevo van a adoptar el papel de simples comparsas hasta la vuelta del siguiente insensato que nos envíe Ferraz?
Forma ya parte de la tradición electoral española: los votos que pierde el PSOE (más de cuatro millones en estas elecciones) no van a parar al PP (apenas sube medio millón). Y esta suerte de axioma demoscópico oculta el secreto de la debilidad electoral del PP.
Se diría que todo el mundo lo acepta, empezando por los populares: para que el PP gane, el votante del PSOE ha de quedarse en casa.
Resulta insólito que en Génova 13 sigan aceptando esta humillante descripción de la realidad demoscópica. No se rebelan, no pelean: se acomodan a ella. El sociólogo de guardia se encarga de la genuflexión ante el tótem y todos, a bajar la cabeza.
El PSOE ha perdido 4.350.000 votos, pero el Partido Popular solo ha aumentado sus electores en 491.541. El trasvase electoral, tan propio de las sociedades occidentales desarrolladas, no existe en España. ¿Por qué?
Aventuro una hipótesis que reconozco poco desarrollada y posiblemente algo imprudente: el PP ofrece un programa, no un modelo. El PSOE ofrece un modelo y, a veces, un programa.
Programa: haré esto y lo otro.
Modelo: “No somos lo mismo” (Rubalcaba en campaña).
Programa: gestión.
Modelo: vida.
Cosas que ha dicho Alfredo Pérez Rubalcaba en campaña:
El PSOE siempre ofrece un modelo cultural cuando se dirige a los ciudadanos. Les propone una atractiva operación: dame tu voto y a cambio te ofreceré la vida que sueñas. La gestión apenas tiene importancia en la oferta de la izquierda, es letra pequeña frente a la gran promesa: si me votas te haré la vida más fácil porque podrás hacer lo que quieras.
Los dirigentes del PSOE saben que la gente marcha tras banderas y sentimientos, y no tras el contable.
La gran ramera babilónica camina hoy en coche oficial. Que la oferta-demagogia socialista pueda repugnar a cualquier persona medianamente formada poco importa. En las muelles sociedades occidentales las ideas no son motores de transformación sino productos de supermercado. Y en los anaqueles aparecen desde nuevos derechos a igualdades absolutamente irracionales, en las que decrépitas abuelas paren hijos y hombres que dicen ser mujeres muestran genitales de dudosa feminidad.
Frente a la oferta del modelo de sociedad en el que las más bellas palabras se vacían de contenido ante el elector sin que este aprecie el embuste, la derecha ofrece gestión. Y no porque esta sea la opción más atinada, justa y honesta, que lo es, sino por miedo: la derecha no se atreve a mostrar al elector el modelo de sociedad que le propone.
¿Qué prefieres: una versión occidentalizada del paraíso musulmán o un programa de recuperación económica a cuatro años?
El PP no recibe el voto que el PSOE pierde porque no ofrece un modelo alternativo de sociedad. Y así será mientras los populares oculten su ideario y escamoteen al ciudadano sus principios y sus valores.
Agazapada tras la derrota, aguarda su momento una miríada de grupos, grupúsculos, partidos, sindicatos, asociaciones, privilegiados del antiguo régimen zapatero, zánganos del dinero público, fundaciones y plataformas de izquierdas.
Antes de la primavera se habrán convocado ya las primeras huelgas generales y esta Semana Santa no será posible viajar, ni se permitirá que lleguen turistas, que algo podrían ayudarnos a sobrellevar la ruina en que los agresores han dejado la nación.
Al arribar los primeros calores, la calle estará tan incendiada que echaremos de menos los intentos de asalto a las sedes del PP en 2004, o la ocupación de Sol.
Al PSOE le va a venir muy bien el punch. Por una parte, permitirá testar nuevos líderes. Los actuales ya no sirven y los que pretenden saltar a la palestra tras el descalabro de Alferedo Pérez Rubalcaba están tan quemados como él.
El PSOE se apuntará al populismo pendenciero y andará a la búsqueda de su mejor demagogo. Tipos como Tomás Gómez, el más desvergonzado peronista del PSOE desde el Alfonso Guerra de los 80, creerán llegada su oportunidad.
Y por otro lado la revuelta de los privilegiados, que el PSOE presentará como una revolución popular frente a supuestos privilegios de terceros, contribuirá a quemar a un Gobierno popular que necesitará todos los apoyos imaginables para sobrevivir.
Lo siento por quienes estáis tan ilusionados en formar parte del primer Gobierno de Mariano Rajoy. Entiendo las ganas y la emoción. Pero ese primer consejo de ministros está llamado a consumirse antes de un año. Pocos sobrevivirán a lo que se avecina.
Y tras 41 líneas no he mencionado ni una sola vez la quiebra económica y el inevitable aumento el desempleo que se producirá en los primeros meses de gobierno popular si Rajoy hace lo que tiene que hacer. Toneladas de sal en la herida.
Tampoco he mencionado que en ese contexto algunos vamos a hacer incómoda la gestión de gobierno para conseguir el desmantelamiento del proyecto Zapatero, con la derogación de la legislación destructiva que el PSOE ha dejado.
En esas condiciones, ¿basta una mayoría absoluta? Imaginemos la situación más probable (las encuestas sirven para lo que sirven, no para informar): el PP llega a los 170 escaños o algo más y el PSOE se queda en los 130. ¿Cuarenta escaños de diferencia proporcionarían al nuevo Gobierno la legitimidad necesaria para enfrentarse a una operación parecida a la de la guerra de Irak?
Para sobrevivir a una suerte de intento de golpe de estado, que es en realidad lo que le espera a Mariano Rajoy, no basta con una mayoría absoluta holgada. En cualquier otro momento o en otro país, cuarenta escaños de diferencia son un mundo que permite cualquier cosa a quien los posee. En nuestra nación, con una izquierda bananera que ha vivido instalada en el golpismo desde sus origenes y lo ha practicado siempre que ha quedado apartada del poder, en todas las ocasiones y en todas las épocas, cuarenta escaños no son nada.
Para superar el asalto al poder que aguarda tras el 20N se necesita una mayoría abrumadora que deslegitime a los partidos de izquierda, que haga patente su soledad y ponga en evidencia su fracaso absoluto.
En estas elecciones es fundamental que la izquierda española quede deslegitimada. Y para eso el PP no solo debe alzarse con el triunfo electoral: ha de arrasar.
El 20N no nos jugamos en España un cambio de Gobierno sino el propio sistema, el buen funcionamiento de nuestra democracia y aún más: el futuro de la nación.
Lo que está en juego en nuestro país no es quién ocupará la Moncloa o quién dejará de ser ministra, sino nuestra identidad tal como la conocemos hoy.
Por eso no basta una mayoría absoluta. Y no se trata de darle más poder al PP, sino de laminar el proyecto de una izquierda cuyo único objetivo es la destrucción de nuestra identidad, de nuestra cultura y de nuestra convivencia.
Lo han intentando durante los últimos ocho años utilizando el Boletín Oficial del Estado. A partir del 20N lo intentarán con métodos más sucios.
Que cuando llegue ese momento no estés en el pelotón de los quejicas.
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En episodios anteriores:
Privilegios indignados: el PSOE empieza la campaña de verdad
No saldremos de esta sin violencia
El PSOE más peligroso es el derrotado
Esto es lo que está soñando la izquierda
La dirección del Partido Popular padece el síndrome del doctor Jekyll y míster Hyde. Y como consecuencia, la derecha sociológica española se resiente y padece, padecemos, un trastorno bipolar.
Texto de la ponencia presentada en el 5º Congreso e-Ciudadanos (Madrid, 5.11.11):Quizá no es el lugar ni desde luego la hora más adecuada, pero quería hablarles de la niña del exorcista. La de la cabeza dando vueltas. Me hubiera gustado hablarles de otra cosa. Quizá de lo buenas que serán todas las intervenciones que nos esperan a lo largo del día. O de la impresionante intervención que trae preparada el señor Bhatti para la clausura. Anoche tuve la oportunidad de leer su discurso y les aseguro que les va a impresionar.
Hubiera querido hablarles de algo importante, trascendental. Tal vez un certero análisis de lo que nos va a pasar a los españoles en los próximos meses. O una predicción sobre el final de la crisis. Me hubiera gustado contarles que sé de buena fuente que el PSOE pasará al grupo mixto el domingo por la noche, después del recuento electoral. O que se disolverá y Rubalcaba venderá en el Rastro el espantoso busto de ese personaje de apellido tan poco afortunado, Pablo Iglesias, que exhiben los socialistas en el vestíbulo de Ferraz.
Pero no lo he logrado. Ni tengo información privilegiada, ni soy aprendiz de profeta, ni tengo las al parecer prodigiosas dotes de mis colegas, los periodistas mediáticos, que cada mañana en las radios y cada noche en las teles son capaces de hablar de cualquier tema, el que sea, como si realmente lo conocieran.
Así que solo puedo hablarles esta mañana lluviosa y electoral de la niña del exorcista. Pero por favor, no vean en mis palabras atisbo de ironía, ni dobles sentidos. Cuando digo “la niña del exorcista” no me refiero al señor Rajoy, ni al señor Rubalcaba. Ni siquiera me refiero a la señorita Pajín.
Me refiero a nosotros. A usted y a mi. Porque a usted y a mi alguien con nombre y apellidos, y sobre todo con siglas, nos ha convertido en ciudadanos con trastorno bipolar.
No sé si a ustedes les sucederá lo mismo, pero de un tiempo a esta parte mis amigos se dividen en dos: los que oyen las palabras “Partido Popular” y la cabeza empieza a darles vueltas como a la niña del exorcista, y los que me riñen porque critico al Partido Popular en plena campaña electoral.
Seguramente nuestra incómoda dualidad es tan solo el reflejo del verdadero trastorno bipolar, que es el que reside en Génova 13.
Paréntesis. Si en la sala hay algún miembro de la dirección del PP o algún cargo electo, le ruego que excuse mis palabras. Como decía Don Vito Corleone, "no es nada personal”. Si por el contrario, hay algún miembro de la dirección del PSOE o algún cargo electo socialista, le ruego que a partir de ahora se dé por aludido.
Y ahora permítanme precisar un poco más mi aventurada hipótesis psiquiátrico política. La dirección del Partido Popular padece el síndrome del doctor Jekyll y míster Hyde. Y como consecuencia, la derecha sociológica española se resiente y padece, padecemos, un trastorno bipolar.
Cuando escuchan la palabra “derogar”, más de uno y de una en la dirección del PP empieza a girar la cabeza 360 grados. Y junto a las niñas del exorcista de Génova 13 aparece también en el PP la otra cara, ese grupo de gente que desde hace años se empeña con admirable lealtad en la difícil tarea de conseguir que el ideario del Partido Popular aflore, sea visible, se convierta en algo de lo que se pueda hablar en público.
¿Dónde estamos nosotros? ¿Dónde está la gente? Incluso, ¿dónde están la mayoría de cargos electos del PP? Por suerte y por desgracia, las niñas del exorcista de Génova 13 son pocas. Muy pocas.
Por suerte, porque la inmensa mayoría de militantes con cargo y de militantes de a pie, por no decir la abrumadora mayoría de votantes de derechas, son tenaces defensores de la vida, la familia y las libertades individuales. Y esa es una realidad de la que la dirección exorcista del PP no podrá desembarazarse por más que retuerza el cuello.
Y por desgracia, porque justamente los que hacen las listas electorales, es decir, los que de verdad mandan, son los “retuercecuellos”.
Se diría que en lugar de hablar de un partido de derechas estamos hablando del comité central del PCUS. Y es que a mi, a veces, si me permiten la ironía, el PP me parece un partido muy leninista.
Quiero decir: ¿cómo es posible que el 90 por ciento de los miembros del Partido Popular sean defensores acérrimos de la vida y el 10 por ciento restante no actúe en consecuencia?
En la defensa de las libertades individuales; en la defensa de los valores naturales, de la familia, de la libertad educativa, del derecho a vivir; en la defensa de la libertad religiosa; de la regeneración de nuestra democracia; del fin de la prevalencia de los partidos frente a los ciudadanos; en la defensa de los valores que nos han reunido hoy aquí, el Partido Popular padece el síndrome del doctor Jekyll y míster Hyde.
En cuanto al PSOE, comprenderán que no hable de su comité federal porque esos lo que parecen es la reencarnación del conde Drácula.
Cuando yo era pequeño estaba de moda una obra de teatro de Pirandello, un Nobel de literatura italiano que escribió una pieza titulada Seis personajes en busca de autor. A veces me acuerdo de ese título. Por ejemplo cuando observo a nosotros mismos, los del trastorno bipolar de la derecha, que tan a menudo parecemos caminar en busca de autor.
Buscamos a alguien que nos proponga más sociedad y menos Estado (y no más sociedad y mejor Estado, como reza el eslogan electoral del PP).
Buscamos al autor político que nos hable de derogación de la ley del aborto.
Del fin del adoctrinamiento moral e ideológico en las escuelas.
Que nos hable de la prohibición de enseñar a los estudiantes de medicina cómo se extermina un ser humano.
Alguien que nos diga que peleará por defender nuestro derecho a profesar la religión que profesamos sin que por ello tengamos que bajar a la catacumba.
Buscamos a quien se comprometa con nosotros a pelear por recuperar los vínculos afectivos que a todos deberían unirnos, vivamos en la región que vivamos.
Buscamos a quien no se empeñe en convencernos de que una parte de nuestros mayores es mala, asesina y criminal porque pasó la guerra en un bando, mientras otra parte de nuestra familia está llena de héroes inmaculados porque estaba en otro bando.
Somos personajes en busca de autor porque estamos hartos de la violencia que se ha ejercido sobre nosotros. Después de ocho años, a todos nosotros, los bipolares ciudadanos de la derecha, nos han convertido en víctimas. Víctimas de una violencia de la peor especie: la que el poder ejerce contra la población.
No se preocupen, no soy un antisistema perturbado agarrado a un micrófono. Pero sucede que el agua empieza a calentarse y a lo mejor no nos estamos dando cuenta.
¿Recuerdan la historia de la rana y el caldero lleno de agua puesto al fuego? Si echamos la rana en la olla cuando el agua está caliente, el bichito salta inmediatamente huyendo de la temperatura. Pero si la metemos desde el principio en el agua, la rana no se dará cuenta y terminará bien cocida.
A ratos me pregunto si la temperatura no empezará a resultar excesiva. Porque el poder no ha dejado de ejercer su violencia sobre nosotros.
Violencia ha sido el cierre de nuestros templos.
La campaña de desprestigio lanzada contra las víctimas del terrorismo.
El intento de corromper a nuestros hijos en las aulas.
El exterminio de más de un centenar de seres humanos cada día con la excusa de un supuesto derecho a elegir la muerte.
Violencia es también lo que nos espera a la vuelta de la esquina.
Un remedo de frente popular en el que vamos a ver de la mano al PSOE de Rubalcaba y a los etarras de Bildu.
A los secesionistas de CiU y a los irredentos comunistas de Izquierda Unida.
A los defensores de imaginarias naciones y a supuestos ecologistas y sindicalistas.
La agitación callejera de la guerra de Irak será mera fiesta infantil al lado de la calle que surgirá del 20N.
La crisis moral en la que estamos sumidos, continuación de la crisis de civilización que asola Europa desde principios del pasado siglo, contiene ya todos los elementos necesarios para generar violencia: empobrecimiento acelerado de las clases medias, desafección política, crisis institucional, hundimiento del modelo cultural, quiebra de la convivencia, división social, destrucción de los valores fundamentales de la sociedad.
La pregunta a estas alturas ya no es si esta generación llegará a vivir un período de violencia, sino cuándo y cómo surgirá la violencia y qué forma adoptará. Conocemos la violencia que hemos padecido desde 2004. Veremos cómo se manifestará a partir del 20N.
Mientras aguardamos esa fecha, recordemos que nosotros buscamos cosas sencillas, muy sencillas. Después de ocho años de orgía izquierdista, buscamos tan solo recuperar la cordura, el sentido común, la sensatez. Y eso, aunque pueda resultar difícil de creer, también lo buscan los ciudadanos que desde la izquierda no votarán el día 20 al PSOE porque han terminado tan hartos como nosotros, aunque por otros motivos.
No quiero vivir en un país en el que las personas con ideas distintas sean consideradas traidoras o miserables. En un país que ejerce la violencia contra el que piensa distinto. Y la derecha ciudadana bipolar en busca de autor debería recordarlo: frente a nosotros hay personas con otras ideas políticas y otra visión del mundo que no son nuestros enemigos.
Por el contrario, ambos, ellos y nosotros, compartimos un enemigo común. Nuestro enemigo es la intolerancia y el dogmatismo. Es el poder que se quiere imponer incluso sobre nuestros sentimientos personales y sobre nuestras ideas.
No quiero vivir en un país en el que se me insulte por pensar como pienso. Tampoco quiero vivir en un país en el que insulte a otro por pensar diferente de mi.
Dejemos que los doctores Jekyll y los señores Hyde de los partidos se destrocen entre ellos y liberémonos de la esclavitud de presenciar semejante espectáculo. Vivir en democracia no significa hacerle la ola a tan mediocre panorama político. Por el contrario, quiere decir actuar.
Actuar de manera decidida. Con la fuerza de los valores que defendemos. Para presionar a los políticos. Para conseguir desde la sociedad civil que entiendan que la democracia pasa por los ciudadanos antes que por las siglas.
Y en la medida de lo posible, hacerlo de la mano de quienes, en el otro lado, comparten nuestros deseos de que España sea un lugar más confortable para quienes nos sucederán.
Hace unos pocos días, el diario ABC publicaba un dibujo de Máximo en el que se veía a un tipo diciendo: “¿Por qué será tan difícil ser español?”
Ni ustedes ni yo, ni muchos de ellos, los que no piensan como nosotros, queremos vivir con dificultad nuestro ser ciudadanos de España. Por eso tantos estamos en Hazte Oir. Y por eso hoy estamos aquí.
Lo gritan con su habitual falta de decoro los sindicalistas a sueldo. Las Comisiones Obreras de Toxo se insolentan, lo que no constituye noticia: desde la soberbia sindical todo es posible.
No tienen nada que temer. El currículo de los ministros de Trabajo del PP es el que es:
Pueden estar tranquilos. Salvo que el hombre que se dice previsible y se define a sí mismo como aquel cuyo comportamiento no sorprenderá a nadie, nos de una sorpresa.
Hace 16 años que sus potenciales votantes le conocemos. En ese tiempo no nos ha dado nunca el menor motivo para pensar que, tras la fachada del no discurso, tiene un par de aguirres. Ojalá nos equivoquemos.
Desde el Pacto de San Sebastián de 1939, si no antes, entre la izquierda y los nacionalismos ha existido un acuerdo forjado con el hierro del interés común: la destrucción nacional.
Hoy unos y otros están a punto de conseguirlo. El proyecto de transformación/destrucción de la identidad nacional desarrollado por el PSOE de Zapatero y Rubalcaba ha conocido un notable éxito. Y la secesión se ha normalizado (“normalizado”) en nuestra vida pública hasta tal punto de que elegirla empieza a ser una opción tan común, o casi, como elegir las vacaciones en la playa o en la montaña.
Conocemos perfectamente lo que podemos esperar de la izquierda en relación con los nacionalismos: absoluta complicidad en el mejor de los casos (a menudo me pregunto por qué solo se procesa por colaboración con el nacionalismo armado a los batasunos y no al Partido Socialista de Euskadi). El problema con respecto a la derecha es más complicado. O más simple: la derecha no entiende el nacionalismo. La derecha política, por interés. La derecha sociológica, sus votantes tradicionales, por miedo e inseguridad.
La derecha ingenua y la derecha antipatriota
Desde los análisis de los periodistas más cercanos al PP a los comentarios de los oyentes en las tertulias de radios y televisiones no gubernamentales; desde los molestos mensajitos en pantalla que manchan de insultos a la inteligencia tantos debates televisivos, al libro que acaba de presentar como propio Mariano Rajoy; en todas partes el primer impulso de la derecha ante los nacionalismos adopta una doble respuesta errónea:
Ambas respuestas, las más comunes desde posiciones conservadoras y liberales, solo sirven para alimentar a la bestia. Porque el feroz rechazo a todo lo vasco o catalán, fruto del miedo y la poca seguridad ante las propias convicciones, es el argumento que mejor utiliza el secesionismo para aparecer como víctima. Pero sobre todo es la mayor traición a la patria de los que se quieren patriotas: no se ataca a los propios. Y en cuanto a las amables concesiones de la derecha política, nunca se han demostrado eficaces.
El PP manda exploradores al territorio enemigo
Rajoy prepara el terreno de su primera legislatura y empieza a hacer guiños a los nacionalistas que él considera moderados. Y de nuevo pone de manifiesto que el Partido Popular sigue sin entender un fenómeno tan genuinamente español como el nacionalismo:
Nunca ha existido un nacionalismo moderado. Los propios nacionalistas de una y otra región reconocen sin complejos que lo suyo es un estado de ánimo disfrazado de reivindicación que atraviesa distintas fases. Los catalanes, por ejemplo, sostienen que están todavía en una fase tranquila, de tira y afloja, y que ahora “no toca” otra cosa. Lo que significa que en posteriores fases, la tranquilidad será sustituida por otros procedimientos. En cuanto a los nacionalistas vascos, ya están en ellos. De ahí que si la represión de los etarras va acompañada de un diálogo con el nacionalismo “moderado”, el problema se eterniza. Dialogar con el supuesto nacionalismo moderado carece de sentido. Pero el PP se empeña en ignorar un hecho tan demostrado por la experiencia.
Las concesiones son inútiles. Si los defensores en la derecha de un entendimiento con los nacionalismos pudieran aportar un caso, una sola ocasión en que una cesión por su parte hubiera servido para algo positivo, valdría la pena seguir intentándolo. Pero ni una sola vez en el pasado ceder ante el nacionalismo ha dado los frutos. Al contrario, solo ha servido para alimentar a la bestia. Porque la esencia política de los nacionalismos es la deslealtad, algo lógico y hasta coherente con su propia (pseudo) ideología ya que su proyecto es exactamente el opuesto al de la derecha: la destrucción nacional.
El trabajo sucio
Ante la inminencia de su llegada al poder, el Partido Popular ha enviado exploradores al territorio enemigo por antonomasia. Alicia Sánchez Camacho y Antonio Basagoiti han hecho bien su trabajo. Sus posibilidades electorales han aumentado a base de tragar algunos sucios sapos servidos por los etnicistas de CiU en un caso, del PSOE vasco en el otro. Pero nunca llegarán al poder por ese camino, como demostrara Alejo Vidal-Quadras. Solo alivian el camino a Moncloa de su jefe de filas.
Para muchos eso es más que suficiente. Para los que ya no confiamos en más siglas que la libertad individual y la propia conciencia, la derecha se ha vuelto a arrodillar. Y se volverá a arrepentir de ello, como se arrepiente hoy Aznar. Solo que será de nuevo demasiado tarde. La bestia habrá crecido otro poco y todos estaremos más colgados del abismo.
La izquierda española se rinde ante los nacionalismos para sustituirlos y asegurarse así el poder perpetuo. La derecha termina arrodillada porque sigue empeñada en desconocer a su enemigo.
¿O finge desconocerlo?
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Más información en:
"En los domicilios que se encontrasen objetos religiosos serán declarados facciosos sus moradores y en tal carácter serán pasados por las armas". Octubre de 1936. Firmado: CNT y UGT.
La matanza de católicos del 36 fue planificada, no espontánea: ¿Pueden unos descontrolados matar 70 curas al día, que era la media de agosto de 1936?
Los mártires de la Guerra Civil Española: "En la comisaría de Policía de Bilbao fue hallado un documento con los sellos de la CNT y de la FAI, fechado en Gijón en octubre de 1936, en el que se decía textualmente: 'Al portador de este salvoconducto no puede ocupársele en ningún otro servicio, porque está empleado en la destrucción de iglesias'."
España: Persecución religiosa, siglo XX: "En solo seis meses, casi 7000 miembros del clero, entre ellos 13 obispos, fueron martirizados en España por los comunistas. La persecución arrasó también con conventos, tantos de hombres como de mujeres. Los laicos comprometidos también fueron víctimas."
“La Santa Sede y los obispos españoles salvaron miles de vidas republicanas tras la guerra civil”: "La Santa Sede tardó dos años en reconocer el régimen de Franco y mantuvo relaciones diplomáticas con la República hasta 1938. Por tanto, la acusación de que la Iglesia estaba con Franco desde el principio es históricamente falsa."
José Bono va a ser el encargado de redactar una declaración institucional para el pleno del Congreso de los Diputados a celebrar esta próxima semana, en la que se recuerden los 75 años del alzamiento del 18 de julio de 1936.
Es fácil: radicalizar al máximo la retórica, como hacía Perón.
El objetivo
Se trata de ver si el PSOE, de la mano de los grupúsculos de izquierda y nacionalistas, logran empujar a quien disiente del Gobierno socialista hacia el extremo contrario y le pueden presentar como franquista irredento.
La ventaja colateral
La izquierda y los nacionalismos utilizan el 36 para justificar sus desmanes del presente. Incluida la violencia que han desatado contra la ciudadanía.
La imagen previsible
El Partido Popular perdiendo el trasero para tratar de quedar bien con tirios y troyanos.
Es la última propuesta de quienes están empeñados en repartir carnés de partido en el seno de la Iglesia. La larga mano del PSOE maneja las formulas de división empleadas con éxito en las regiones de iglesias vacías, y lo hace con el objetivo de torpedear la visita del Papa y la Jornada Mundial de la Juventud.
“El costo económico del evento es muy alto y creemos que no se compagina con el estilo de Jesús en el Evangelio (…) Muchas de estas empresas [que colaboran en la JMJ] forman parte de lo que la prensa denomina los ‘mercados’, o son sus propagandistas ideológicos.” (Extractado de Los mecenas de Rouco)
El Foro de Curas de Madrid dice estar muy preocupado por la unidad (“estamos dispuestos a procurar la máxima unión y comunión”) y también por los mercados y la crisis. Pero justifica su rechazo a la visita del Papa y a la JMJ recurriendo a los argumentos de un panfleto virtual de extrema izquierda denominado “el plural”, especializado en defender etarras, socialistas corruptos y empresarios monopolistas del PSOE, y dedicado a atacar sistemáticamente a la Iglesia católica. Así, estos “curas de Madrid” anónimos copian y pegan del mencionado libelo:
“Entre las causas principales de la crisis está la disminución de capacidad adquisitiva de la mayoría de los ciudadanos. ‘La disminución de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional se ha hecho a costa de un crecimiento muy acentuado de las rentas del capital’. Vicens Navarro, elplural.com, rebelion.org, 21-3-2010.”
Se trata de la misma estrategia que se empleó hace algunas décadas para dividir y desprestigiar a la Iglesia en las regiones de parroquias vacías y seminarios desiertos. En esas zonas, donde separarse un milímetro del discurso oficial “progresista” y/o nacionalista cuesta la exclusión, se empezó llamando a los Apóstoles “los amigos” de Jesús. Y así, suprimida la jerarquía por la vía del “colegueo”, se pasó a criticar a los obispos en nombre del pluralismo y el diálogo.
Luego se llamó “nacionalcatolicismo” a cualquier manifestación de la Iglesia que no aceptara sus peculiares propuestas. Más tarde se consideró que lo correcto era no obedecer a los obispos y cardenales y al Papa, porque era más solidario y justo que cada cual aplicara su personal lectura del Evangelio. Y se terminó sustituyendo la Navidad por el solsticio de invierno.
El proceso de destrucción eclesial experimentado en España desde los años 80 no se entiende si la labor de infiltración del pensamiento-losa de la izquierda, que ha ejercido un control férreo sobre la ciudadanía de manera ininterrumpida desde 1977 a nuestros días, exceptuando los ocho desperdiciados años de Gobierno de José María Aznar, y que se ha esforzado en horadar la unidad de la Iglesia y el sentido de la fe y en destruir sus estructuras.
El último capítulo de esta labor de zapa se registra en Madrid, que hasta ahora se había visto libre del virus. La aparición de este Foro de Curas tiene un único objetivo: vaciar las iglesias. De la misma manera que el 15M solo tiene el objetivo de reavivar el maltrecho ánimo de la derrotada y desanimada izquierda. Aunque en uno y otro caso aparezcan eventualmente personas de buena fe que crean estar colaborando en un altruista proceso de regeneración.
Eppur si muove! A pesar de las turbias sombras que se ciernen sobre algunos personajes del PP, los ciudadanos siguen votándoles. ¿Por qué?
Primer acto
Hasta ahora los miembros de las Cortes valencianas tomaban posesión de su cargo ante un ejemplar de la Constitución, otro de la Biblia y un tercero del estatuto de autonomía. Juan Cotino, el mejor consejero de Agricultura que ha tenido el Gobierno regional valenciano, juró su cargo como presidente de la institución como de costumbre pero añadió a los tres textos una cruz.
Acto segundo
Jesús Civera es el subdirector del equivalente al panfleto Público en Valencia. Su diario de llama Levante y es una publicación dedicada a insultar a los ciudadanos conservadores, incluidos los votantes del PP, y a jalear a los crepusculares socialistas, que en la Comunidad Valenciana van camino de convertirse en fuerza política residual.
Civera ha publicado este texto en el medio mencionado:
“Quizás Juan Cotino, el nuevo presidente de las Corts, no midió su gesto al colocar un crucifijo de respetables dimensiones en la mesa del hemiciclo, recinto sagrado de la representación popular.
Demasiado a menudo se olvida la distinción entre la esfera privada y el ámbito de legitimación popular. Y se olvida por impunidad y arrogancia.
¿Acaso Cotino no es consciente de que su gesto puede herir sensibilidades?
La imposición supone un ataque a la libertad. Rebasa una frontera: la de la razón democrática.
Esperemos que el gesto de Cotino sea efímero: la presencia ordinaria de un crucifijo presidiendo el hemiciclo supondría un desafío extemporáneo.”
Acto tercero
Ester López. 27 años. Fundadora de la asociación Guerra, Exilio y Memoria Histórica del País Valenciano. Diputada en las Cortes valencianas por Izquierda Unida. ¿Ideología? Dudosa. Una mezcla de consignas comunistas camufladas con eslóganes nacionalistas catalanes. Preside la Mesa de las Cortes luciendo una camiseta que reivindica una tercera república, algo que no está permitido por el reglamento de la institución. Promete el cargo de diputada con una frase que tampoco figura en el reglamento:
"Trabajaré por la clase trabajadora, por la ética y por el valenciano".
Fran Ferri. 26 años. Dirigente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales. Diputado de las Cortes valencianas por Izquierda Unida. Ha cobrado una cierta popularidad por “rezarle” al botellón. También por prometer el cargo con la tradicional frase Batasuna, que obviamente no figura en el reglamento:
"Por imperativo legal. Trabajaré por el valenciano".
Marina Albiol. 29 años. Diputada en las Cortes valencianas por Izquierda Unida. Preside la Mesa de las Cortes y promete el cargo luciendo una camiseta que exalta la complicidad con los terroristas de Gaza. Participa en la denominada “flotilla” a esa zona, formada por un grupo de europeos privilegiados que apoyan terrorismo palestino. Albiol actúa siempre como el invitado a una comida que le dice al anfitrión:
“Me lo voy a comer por obligación, pero vaya mierda de comida me has puesto”.
En su toma de posesión, Albiol también recurre a la exaltación republicana.
Mónica Oltra. Diputada de las Cortes valencianas por Iniciativa del Poble Valencià (similares consignas comunistas y eslóganes nacionalistas catalanes que IU y el resto de grupúsculos similares). Todavía se recuerda el día en que apareció en las Cortes con la camiseta que se puede apreciar en la fotografía. Más tarde comparó a Camps con Gadafi. Le gusta lucir en las Cortes valencianas camisetas que piden la tercera república, algo tampoco permitido por el reglamento.
El desenlace
El panfleto Levante nunca ha considerado que las provocaciones de los diputados de la menguante izquierda española ofendan “el recinto sagrado de la representación popular”.
Sus “juramentos” batasunos tampoco constituyen manifestaciones de “ impunidad y arrogancia” y no “hieren sensibilidades”. No son “un ataque a la libertad” ni “rebasan la frontera de la razón democrática”.
El futuro
La izquierda sigue preguntándose por qué desde hace demasiados años sus votantes decrecen. Ha llegado a la conclusión de que este fenómeno de momento imparable se debe a que ha dado un giro a la derecha.
“Hay casi unanimidad en las causas de la derrota de la izquierda. El PSOE ha perdido por un giro a la derecha” (Público, 24.5.11)
“Ahora, en las filas socialistas se habla de repensar el socialismo, en crisis profunda por culpa de los votos basura de la última debacle electoral. Siguiendo con el método de prueba/error, ¿por qué no probar con un pasito a la izquierda, a ver si así funciona?” (Público, 10.6.11)
A diferencia de lo que sucede en el PSOE, en el PP no se hacen ya preguntas. Saben que van a ganar sin haberse bajado del autobús. Y que una parte sustancial de la derecha ha votado a Ruiz Gallardón, a Fabra, a Alperi, a Monago, a Camps.
Pero si nada cambia en el bus de Génova, si no crecen los cotinos, dentro de cuatro, o tal vez de ocho años, también se preguntarán, como hacen hoy los fantasmas de Ferraz, por qué la derecha se está convirtiendo en una fuerza residual en algunas regiones de España y por qué el PSOE, a pesar de sus zonas de sombra en algunas regiones, sigue creciendo.
El experimento toca a su fin. El laboratorio de Sol y otras plazas españolas ha dado sus frutos. Ahora llega la hora de convertir un movimiento aparentemente espontáneo en una fuerza política que haga frente a la próxima legislatura del Partido Popular. Esto es lo que va a encontrar Rajoy: así será la nueva izquierda española en los próximos cuatro años.
Díaz firma un extenso artículo en Noticias Obreras, la revista de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) que ilustra muy bien el estado de opinión que se ha instalado en la intelectualidad izquierdista de nuestro país con respecto al fin del poder del PSOE y la llegada del PP.
1º Hemos fracasado. Los elaboradores de argumentos y estrategias de la izquierda española reconocen por primera vez en treinta años que ha llegado su hora:
“El PSOE, desde 1982, no sólo se ha derechizado él mismo, sino que ha derechizado a la sociedad (…) IU también ha fracasado (…) Desde hace años, no se incrementa significativamente el número de trabajadores que vota a IU (…) Palabras como izquierda y socialismo están muy vacías de contenido real.”
2º El triunfo de la sinrazón. A pesar de presentarse como pensadores e intelectuales, los representantes del “progresismo” cultural e intelectual abominan de la razón e instalados a perpetuidad en los clichés, no muestran la menor sombra de duda: con el triunfo del PP se hundirá la civilización, la derecha es el demonio. Para la intelectualidad de izquierdas el infierno está ya a las puertas:
“Un empresario catalán lo expresaba no hace mucho con gran claridad, según me contaba una persona que lo había escuchado: «ustedes tienen que elegir: o trabajan como los chinos, o nos llevamos nuestra empresa a China».”
¿Se pueden construir alternativas reales sobre bases irracionales? Es dudoso. Pero la intelectualidad de izquierdas está dispuesta a repetir este, su error secular: el hecho de que los ciudadanos voten a la derecha no conduce a la reflexión sobre la validez del propio discurso sino al insulto (“No hay más tonto que un trabajador de derechas”, "¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?").
3º Ensayo general. Las ocupaciones de plazas han constituido el ensayo general de lo que el PP va a encontrar el día después de las próximas elecciones generales. El acoso a sus sedes el 13 de marzo de 2004 se va a convertir en anécdota al lado de lo que se prepara:
“Ante el nuevo ciclo político del PP, hay que organizar la movilización ciudadana (…) No nos perdamos y enredemos con los nombres (…) Lo que sí está claro es que hay que ir más allá del capitalismo y que un futuro con esperanza pasa por la construcción de alternativas anticapitalistas, ecologistas e internacionalistas.”
4º El espejismo del cambio. El objetivo de la estrategia de esta nueva izquierda es antiguo como la propia izquierda y sus fórmulas, las que han fracasado en todas partes:
“Hay que cambiar la forma de hacer política, desvelar la concentración de la riqueza en España y redistribuirla (…) Los campos prioritarios han de ser el control democrático de la riqueza, una nueva fiscalidad, la creación de una banca pública, nuevas leyes laborales para la democracia en la empresa, formas para lograr «trabajar menos, trabajar todos y vivir mejor», creación de observatorios independientes de políticas públicas.”
5º Más violencia y crispación. Método infalible en la izquierda, que sabe de la tímida y acomplejada derecha popular, es el recurso a la violencia. Por violencia, la intelectualidad izquierdista finge entender únicamente el hecho cruento, atajo argumental que le permite abrir la puerta a todo tipo de violencia: la usurpación a la fuerza del espacio de todos, la sustitución de la soberanía nacional por la “democracia popular” basada en asambleas, etc.
“Es muy importante generar antagonismo y conflicto. La sociología nos enseña que sin ellos, no hay cambio social. El conflicto social hoy día tiene que ser no violento, pero no por ello debe ser pacato.”
6º La reinvención de El Partido. El marxismo, como el fascismo, se reinventa constantemente. Pero en cada nueva aparición reproduce los mismos caducos esquemas. Y el primero de ellos, aquel sin el cual no es posible echar a andar de nuevo, es la figura totémica del partido. La vanguardia de la clase obrera muda ahora el apelativo proletario por el de precariado (trabajadores en situación de precariedad), pero la sustancia leninista persiste:
“Para estos cambios necesitamos que el movimiento del 15 M se fortalezca, genere contrapoder ciudadano, cree un nuevo antagonismo social basado en el conflicto no violento y la propuesta de alternativas, penetre entre el precariado que ha votado al PP para reorientar su comportamiento cultural y político.”
Como de costumbre, el partido se constituirá en casta privilegiada, que hoy se nos propone en forma de “expertos”, “militantes más concienciados” y “economistas críticos”. Ellos constituirán el nuevo politburó surgido al calor de los ocupas callejeros:
“La maduración y el crecimiento de un movimiento social de precarios en lucha va a necesitar una elaboración programática (…) Nos enfrentamos a problemas muy complejos y ha llegado la hora de crear talleres ciudadanos de elaboración de propuestas políticas y económicas en los que confluyan activistas y expertos (…) Los militantes más concienciados, los economistas críticos y los ciudadanos que sufren la precariedad han estado desvinculados (…) Es hora de organizar la confluencia para ir elaborando una plataforma programática.”
7º La calle que encontrará el PP. El experimento ha cuajado. La nueva izquierda, la que se considera más allá de PSOE e IU y la que marcará el camino de ambos partidos en la próxima legislatura, se nutrirá de honestos (y despistados) ciudadanos indignados con motivo, como en la guerra fría se nutrió de los descontentos de la reconstrucción de Europa y en los 60 de los privilegiados, y se dedicará a paralizar el país desde los sindicatos y a bloquearlo desde el supuesto movimiento ciudadano:
“Está bien que se intente articular el movimiento a nivel de barrio, pero es imprescindible mantener la acción directa en los centros de las ciudades.”
Así será la calle que encontrará Rajoy. Una calle ingobernable y violenta. Reaccionar ante ciudadanos que han perdido su vivienda o ante jóvenes con titulación pero sin futuro laboral será más que difícil y los telediarios no aguantarán las imágenes. Derrotado en las urnas el proyecto del PSOE y de Zapatero, se nos querrá imponer el mismo modelo de sociedad desde la calle. ¿A quién recurrirá entonces el PP?
Cuando todo esto suceda será demasiado tarde para llamar a la puerta de los que desde hace años venimos reclamando un programa decidido y público con el que hacer frente a la batalla cultural que estamos librando.
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