“Y volveremos a tener un solo corazón y una alma sola, y la unidad, que hoy no está muerta, sino oprimida, tornará a imponerse, traída por la unánime voluntad de un gran pueblo, ante el cuál nada significa la escasa grey de impíos e indiferentes”.
En un país donde se organiza “el año de…” con cualquier fútil excusa, siempre que sirva a mayor gloria del bobo progre de turno, resuena el silencio de este sábado, 19 de mayo, cuando se cumplen 100 años de la muerte de la máxima autoridad de la cultura española de todos los tiempos.
"España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vetones o de los reyes de taifas.
A este término vamos caminando más o menos apresuradamente, y ciego será quien no lo vea. Dos siglos de incesante y sistemática labor para producir artificialmente la revolución, aquí donde nunca podía ser orgánica, han conseguido no renovar el modo de ser nacional, sino viciarle, desconcertarle y pervertirle."
Estas palabras fueron escritas en 1880 por Marcelino Menéndez Pelayo, que contaba entonces 24 años de edad, en el epílogo de su monumental y luminosa Historia de los heterodoxos españoles. En esta magna obra plasmó su visión de España y supo desvelar con singular acierto los riesgos que corría y aun corre nuestra nación.
"Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche."
Menéndez Pelayo contaba doce años de edad cuando enumeró los libros que tenía en su ya notable biblioteca: eran obras en francés y latín de Cátulo, Quinto Curcio, Ovidio, Cicerón, Fenelon, Chateaubriand y Bossuet.
A los 21 años, Don Marcelino ya era catedrático en la Universidad de Madrid. A los 24 años era miembro de la Academia Española de la Lengua. A los 26 años, de la Academia de la Historia, que también dirigió. E inmediatamente, de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la Academia de Bellas Artes de San Fernando... Fue asimismo director de la Biblioteca Nacional, diputado a Cortes y senador.
Este sábado, 19 de mayo de 2012, centenario de su fallecimiento, solo Santander recordará la figura del mayor intelectual español, que recibirá el homenaje de sus paisanos en la Biblioteca que lleva su nombre.
Mientras tanto la derecha española, a la sazón en el poder (tal parece, al menos en teoría), permanece muda, la cabeza baja, tratando de que pase esta fecha lo más rápidamente posible.
Avergonzada de su propia identidad, ignorante hasta producir sonrojo, nuestra derecha, la oficial, la que recibe votos y sienta culo en Cortes, cree que el tintineo de las monedas basta para construir una nación.
Pero la identidad de la derecha española no está en los charlatanes de nuevo cuño que mueven sus plumas al amparo de esa institución ridícula y caduca a la que llamamos “autonomías”. Ni está en un consejo de ministros que clona a su predecesor, ni en los decretos de un Ministerio de Economía que escribe con renglones socialdemócratas.
La identidad del pensamiento conservador español está en quienes queremos borrar de la faz de la tierra.
Cien años sin Don Marcelino. Así nos va.
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Fragmentos de Historia de los heterodoxos españoles:
“Ni por la naturaleza del suelo que habitamos, ni por la raza, ni por el carácter, parecíamos destinados a formar una gran nación. Sin unidad de clima y producciones, sin unidad de costumbres, sin unidad de culto, sin unidad de ritos, sin unidad de familia, sin conciencia de nuestra hermandad ni sentimiento de nación, sucumbimos ante Roma tribu a tribu, ciudad a ciudad, hombre a hombre, lidiando cada cual heroicamente por su cuenta, pero mostrándose impasible ante la ruina de la ciudad limítrofe o más bien regocijándose de ella.
España debe su primer elemento de unidad en la lengua, en el arte, en el derecho, al latinismo, al romanismo.
Pero faltaba otra unidad más profunda: la unidad de la creencia. Sólo por ella adquiere un pueblo vida propia y conciencia de su fuerza unánime, sólo en ella se legitiman y arraigan sus instituciones, sólo por ella corre la savia de la vida hasta las últimas ramas del tronco social.
Sin un mismo Dios, sin un mismo altar, sin unos mismos sacrificios; sin juzgarse todos hijos del mismo Padre y regenerados por un sacramento común; sin ver visible sobre sus cabezas la protección de lo alto; sin sentirla cada día en su hijos, en su casa, en el circuito de su heredad, en la plaza del municipio nativo; sin creer que este mismo favor del cielo, que vierte el tesoro de la lluvia sobre sus campos, bendice también el lazo jurídico que él establece con sus hermanos y consagra con el óleo de la justicia la potestad que él delega para el bien de la comunidad; y rodea con el cíngulo de la fortaleza al guerrero que lidia contra el enemigo de la fe o el invasor extraño, ¿qué pueblo habrá grande y fuerte? ¿Qué pueblo osará arrojarse con fe y aliento de juventud al torrente de los siglos?
Esta unidad se la dio a España el cristianismo. La Iglesia nos educó a sus pechos con sus mártires y confesores, con sus Padres, con el régimen admirable de sus concilios. Por ella fuimos nación, y gran nación, en vez de muchedumbre de gentes colecticias, nacidas para presa de la tenaz porfía de cualquier vecino codicioso. No elaboraron nuestra unidad el hierro de la conquista ni la sabiduría de los legisladores; la hicieron los dos apóstoles y los siete varones apostólicos; la regaron con su sangre el diácono Lorenzo, los atletas del circo de Tarragona, las vírgenes Eulalia y Engracia, las innumerables legiones de mártires cesaraugustanos.
Si en la Edad Media nunca dejamos de considerarnos unos, fue por el sentimiento cristiano, la sola cosa que nos juntaba, a pesar de aberraciones parciales, a pesar de nuestras luchas más que civiles, a pesar de los renegados y de los muladíes. El sentimiento de patria es moderno; no hay patria en aquellos siglos, no la hay en rigor hasta el Renacimiento; pero hay una fe, un bautismo, una grey, un pastor, una Iglesia, una liturgia, una cruzada eterna y una legión de santos que combaten por nosotros.Dios nos conservó la victoria, y premió el esfuerzo perseverante dándonos el destino más alto entre todos los destinos de la historia humana: el de completar el planeta, el de borrar los antiguos linderos del mundo. Un ramal de nuestra raza forzó el cabo de las Tormentas, interrumpiendo el sueño secular de Adamastor, reveló los misterios del sagrado Ganges, trayendo por despojos los aromas de Ceilán y las perlas que adornaban la cuna del sol y el tálamo de la aurora. Y el otro ramal fue a prender en tierra intacta aun de caricias humanas, donde los ríos eran como mares, y los montes, veneros de plata, y en cuyo hemisferio brillaban estrellas nunca imaginadas por Tolomeo ni por Hiparco.
Quiso Dios que por nuestro suelo apareciesen, tarde o temprano, todas las herejías, para que de ninguna manera pudiera atribuirse a aislamiento o intolerancia esa unidad preciosa, sostenida con titánicos esfuerzos en todas las edades contra el espíritu del error. Y hoy, por misericordia divina, puede escribirse esta historia mostrando que todas las heterodoxias pasaron, pero que la verdad permanece, y a su lado está el mayor número de españoles, como los mismos adversarios confiesan. Y si pasaron los errores antiguos, así acontecerá con los que hoy deslumbran, y volveremos a tener un solo corazón y una alma sola, y la unidad, que hoy no está muerta, sino oprimida, tornará a imponerse, traída por la unánime voluntad de un gran pueblo, ante el cuál nada significa la escasa grey de impíos e indiferentes.
Cádiz era en aquella época la ciudad de moda cuyo prestigio consolidarían las nuevas ideas constitucionales y liberales. Aunque la elección de la sede parlamentaria respondía a motivos estratégicos, los diputados no podían encontrar en ningún otro lugar de España un ambiente más favorable a sus objetivos.
Gracias a su importante actividad comercial Cádiz era una ciudad cosmopolita en la que vivían muchos italianos, franceses, alemanes, flamencos e irlandeses. Los archivos prueban que muchos de aquellos extranjeros terminaron adoptando la nacionalidad española y permanecieron en Cádiz aunque su país de origen se encontrara en guerra contra España.
A los contactos comerciales se sumaban los culturales. De Francia llegaron a Cádiz con gran rapidez y facilidad las ideas políticas y sociales y de Inglaterra la educación, pues era costumbre de la época que los gaditanos pudientes enviaran a sus hijos a estudiar a Londres. Aunque la estructura educativa de la ciudad no carecía de recursos. En Cádiz estaba la primera Facultad de Medicina de España, se podía estudiar náutica y comercio y la ciudad contaba con veinte librerías.
La existencia de una burguesía fuerte y cohesionada reforzaba el ambiente cosmopolita y culto de la Cádiz de principios del siglo XIX. En la ciudad los comportamientos aristocráticos estaban muy mal vistos y el trabajo el esfuerzo personal constituían la base de la moral colectiva. Nobles eran los altos dignatarios del Rey pero Cádiz estaba en manos de sus burgueses, que se enfrentaron a los privilegios de la Corona cuantas veces pudieron.
El riquísimo comercio americano del que se beneficiaba la ciudad alejaba de ella la miseria que se veía en las calles de cualquier otra población española. Mientras hubo colonias, en Cádiz nunca faltó trabajo y las diferencias sociales no presentaban el injusto panorama de otras ciudades gracias también a que el acceso a la educación era más fácil.
Alcalá Galiano escribió:
“Las clases bajas, en su tono y modos, apenas se diferenciaban de las altas (...) como si un espíritu y práctica de igualdad social no dejase lugar ni a la sumisión ni a la envidia o al odio por ella engendrado contra los favorecidos por la fortuna, a quienes tampoco consentía el uso que fuesen desdeñosos.”
La ciudad que acogió la convocatoria de Cortes exportó a Madrid y al resto de la Península la costumbre de las tertulias, que, presididas por mujeres, nacieron en Cádiz como lugar de encuentro donde debatir asuntos de todo tipo, y destacó también como la más limpia y cuidad de España. Los viajeros de aquellos días destacaban la presencia de sistemas de alcantarillado y el hecho de que cada día se limpiaran las calles y se recogieran las basuras de los vecinos, servicios que no existían en Madrid.
Cádiz también puso de moda un nuevo tipo de establecimiento al que se llamó ‘café’. A aquellos lugares los gaditanos acudían para beber el producto recién traído de América, para leer los periódicos extranjeros, de los que todos los cafés disponían, y para jugar al billar.
Algunas de las más esenciales señas de identidad del posterior liberalismo español, el igualitarismo, el empeño en mejorar la situación económica de los ciudadanos, la preocupación por la educación y la cultura y la moral burguesa del trabajo y la riqueza, tenían su origen en la Cádiz que recibió a los miembros de las Cortes.
En un nuevo paso hacia la plena aceptación del nuevo concepto de soberanía, el juramento de los diputados incluía el siguiente compromiso:
“Juráis desempeñar fiel y legalmente el encargo que la nación ha puesto a vuestro cuidado, guardando las leyes de España, sin perjuicio de alterar, moderar y variar aquellas que exigiese el bien de la nación?”
El 24 de septiembre de 1810, el diputado por Extremadura Diego Muñoz Torrero tomó la palabra. El Diario de las discusiones y actas de las Cortes recoge la actividad de aquel primer día de debates:
“Expuso cuán conveniente sería decretar que las Cortes Generales y Extraordinarias estaban legítimamente instaladas: que en ellas reside la soberanía: que convenía dividir los tres Poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, lo que debía mirarse como base fundamental al paso que se renovase el reconocimiento del legítimo rey de España el Sr. D. Fernando VII, como primer acto de la soberanía de las Cortes: declarando al mismo tiempo nulas las renuncias hechas en Bayona, no solo por la falta de libertad, sino muy principalmente por la del consentimiento de la nación.“
“La Nación española es libre e independiente y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona. (...)
La soberanía reside esencialmente en la Nación, y, por lo mismo, pertenece a esta exclusivamente el derecho a establecer sus leyes fundamentales.”
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Este texto pertenece al libro Salvapatrias y cruzados. Historias de los golpes de Estado en España (Espasa Calpe, 2002).
En el País Vasco no hay ningún problema, nadie está perseguido, no hay diáspora hacia España. El supuesto conflicto lo provocan en realidad las agresiones españolistas. Y aquí están las pruebas de todo ello.
Tras la aparición de un manifiesto contra el plan Ibarretxe firmado por un numeroso grupo de personas populares en diversos ámbitos, el nacionalismo vasco se revuelve: en el órgano oficial del PNV, Deia, están los "argumentos" que demuestran dónde está el conflicto. Con "razones" poderosas y "pruebas" irrefutables, el nacionalismo vasco deja en evidencia la "agresión" españolista sobre la indefensa población indigena:
"¿Realmente nos interesa asociarnos con esta gente, aunque sea libremente...? Muchas veces te asalta la misma pregunta cuando se manifiestan algunas personas en ámbitos públicos. Esto mismo se experimenta ahora, al leer el manifiesto/panfleto (m/p) publicado, en el periódico ‘‘El País’’ (5.03.05) por un colectivo de personas divididas por profesiones, ciudadanos y firmas colectivas -resulta bastante curiosa esta división-. Aunque no se señala, se intuye quiénes son sus promotores, o sea, los mismos que vienen despotricando, y tratando de desprestigiar a Euskadi, con todo lo que ello implica, aquí, allí y en todas partes en donde les dan acceso, desde hace años, contra todo lo que surge en el seno de la sociedad vasca que no coincida con los postulados del españolismo ultranacionalista del PP-PSOE, es decir, la ultraderecha y el centro derecha españoles (en este último caso, siendo muy generosos al ubicarlos). Lo que sorprende son algunos nombres que aparecen en la lista. A no ser que, como otros muchos en los últimos años, se hayan pasado a la derecha española más retrógrada. De otro modo, sólo cabe pensar que han sido manipulados, sin piedad, sobre la base de un absoluto desconocimiento de la sociedad vasca.
"El m/p supone verter sobre la sociedad vasca basura contaminada, veneno en estado puro. No perdonan, sus promotores, que no se hayan cumplido ninguna de las previsiones catastrofistas que iba a provocar el ‘‘plan Ibarre-txe’’. Euskadi sigue avanzando, sin cesar, en todas las áreas. Cada vez a más distancia del conjunto del Estado, por encima de la media europea, y, en algunos aspectos, en los primeros lugares del mundo (curiosamente, en solidaridad, transplantes de órganos vitales, la primera del mundo).
"Todo el m/p es un compendio de mentiras, manipulaciones, injurias y calumnias, y sospechoso de pretender desalojar al tripartito del Gobierno Vasco, para, naturalmente, alojar a la coalición, tácita, PP/PSOE, para asuntos ‘‘de Estado’’. Muy importante para mantener la indivisibilidad de la patria española: España, España, España, todo por España.
"Es absolutamente falso y mentira:
"a) Que se produzca en Euskadi ningún "apartheid para los que no coinciden con los proyectos" del Gobierno Vasco. La prueba más evidente, es que los proyectos presentados por el G.V. y que son rechazados, son gracias a la actuación conjunta, de PP-PSOE-SA (Sotzialista Abertzaleak).
"b) Que el G.V. y la jerarquía de la Iglesia «propicien un clima de impunidad» para los que cometen delitos contra las personas. Al contrario, siempre rechazan, contundentemente, los atentados y apoyan a las víctimas de la violencia. Y al mismo tiempo, claro, defienden todos los derechos humanos de todas las personas y colectivos. Que es, justamente, lo que deben hacer los gobiernos democráticos y la jerarquía de la Iglesia, cuando cree en Dios.
"c) Que en Euskadi «exista una atmósfera totalitaria», bien al contrario, aquí en Euskadi se da la Democracia más avanzada del Estado español, a pesar de la acción de ETA y de los partidos españolistas y los grupos afines y/o asimilados que son los que generan, precisamente, las mayores dificultades para que la democracia funcione con plena normalidad. Resulta demasiado fácil contrastar esta cuestión. Cualquiera puede comprobar y comparar los servicios y el funcionamiento de las instituciones públicas de aquí y de allá. La pluralidad absoluta en los medios públicos de comunicación. Son tan plurales éstos, que les invitan a los debates o a exponer sus versiones de los acontecimientos, incluso, a los que insultan, injurian y hasta calumnian a las instituciones vascas. El miedo es libre, y puede que alguien tenga miedo para exponer su opinión. Pero la realidad es que en Euskadi cada persona dice lo que quiere y en cualquier medio, excepto aquéllos que están ilegalizados por la aplicación de leyes antidemocráticas. La mayoría de la ciudadanía estamos en contra de los métodos violentos de ETA -los fines son otra cuestión- y lo decimos claramente en todas partes. Pero también decimos, con la misma contundencia, que estamos en contra de la tortura, de las condiciones infrahumanas de los presos y del alejamiento de sus domicilios, del recorte de libertades por leyes antidemocráticas, de acusaciones sin pruebas objetivas, de la falta de respeto a la capacidad de decisión de los ciudadanos/as vascas, de la violencia contra la mujer, contra niñas/os, física, síquica y hasta sexual, etc.
"d) Que haya «más de 200.000 exiliados» por causa de la violencia. Hay algunas personas, de las cuales se podrían dar nombres concretos, pero muy pocas. Existe un movimiento, natural a cualquier país, de emigración e inmigración. Es deseable, que todos los que vivimos en Euskadi nos sintamos cómodos y a gusto disfrutando de sus valores y tratando de corregir sus carencias. No obstante, existen factores objetivos, de muchas clases, y también subjetivos, que pueden conducir a una persona a cambiar de residencia. En relación a la violencia de origen político, estamos, sin duda alguna, a las puertas de un proceso de paz definitivo. Si el gobierno del PSOE es capaz de afrontar con realismo y audacia las expectativas actuales, esta cuestión transcendental y tan esperada y ansiada por la sociedad vasca, se encauzaría en pocos meses.
"e) «Que las víctimas se ven sometidas al olvido y al desprecio...» Al contrario, reciben un trato privilegiado, están casi todos los días en los medios de comunicación, existe una dirección general en el Gobierno Vasco, tienen una cobertura impresionante en todos los organismos e instituciones. Tienen una preferencia, casi increíble, en comparación con otras, innumerables, víctimas de la violencia (mujeres, niñas/os, marginados, inmigrantes, pobres, víctimas de la violencia común, - más de 200 asesinatos por mes en España- etc.).
"f) Que «la educación en Euskadi sea etnicista y fomente el odio a España». Al contrario, como expusieron públicamente los técnicos del ministerio de educación en tiempos del gobierno del PP, -anterior legislatura- el modelo vasco debería tenerse en cuenta en otras comunidades autónomas por su calidad. Claro, ese técnico fue, fulminantemente, destituido. No dejó de aclarar, si embargo, que en el ministerio había muchos técnicos que reconocían los valores positivos del sistema educativo vasco, pero no lo declaraban en publico por temor a represalias.
"g) Con respecto a los medios de comunicación, sólo decir, que podrían venir aquí los ‘‘sabios’’ nombrados, a dedo, para regenerar TVE, y conocer, in situ, cómo se aplica la pluralidad y el respeto exquisito a todas las ideas.
"El m/p se confunde de destinatario, no tiene que exigir al Gobierno Vasco nada relacionado con la violencia de ETA, por una razón muy sencilla: no tiene competencias. Tienen que exigir al Gobierno de España que transfiera todas las competencias, incluidas las judiciales para que, entonces sí, exigir al G.V. que encare y resuelva el caso ETA. Sin competencias es, una vez más, manipular y pretender confundir a la sociedad vasca y española.
"En cuanto a la Democracia española, ¡con qué poco se conforman los panfletistas! Con una Constitución que es, por su propio origen, medio democrática. Redactada por franquistas y aspirantes a demócratas, nunca puede salir un texto democrático estándar.
"Y, además, con leyes claramente antidemocráticas que claman a la razón y atentan a la inteligencia. Con un poder judicial que da vértigo. Con una coalición política PP-PSOE para asuntos ‘‘de Estado’’ que dificulta, enormemente, el futuro desarrollo democrático del Estado español. En fin, un mínimo de sentido y actitud democrática, respetaría, de forma exquisita, la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca, para decidir su futuro libremente. Finalmente, es indispensable que el G.V. y las instituciones, informen a la ciudadanía, exhaustivamente, sobre éstas y otras cuestiones, para que puedan evaluar y decidir con pleno conocimiento."(Endika Zapirain, La Cruzada españolista ataca de nuevo)
Tiránico, despótico, plagado de fusiles y sacristías, de ignorantes y agresivos analfabetos impregnados del más rancio fascismo. Pongamos que hablo de un país llamado España.
Lo mejor que se puede hacer con el pensamiento reaccionario, sea del género que sea, es dejar que se manifieste. Es el mejor procedimiento para que se ponga rápidamente en evidencia. Esto es lo que los nacionalistas llaman una visión objetiva de España. Son los “análisis” de este tipo los que utilizan para sustentar sus reclamaciones.
"De rodillas y mirando a la pared. Brazos en cruz; a la derecha un libro, a la izquierda un sable. Soportando el peso de una Constitución variable, un ejército vencible, una unidad ficticia. Antes roja que rota. ¿Es que la ven entera? A su ejército de las colonias lo sacaron a gorrazos. ¿Dónde quedó su fuerza? ¿Qué pasó con Portugal? 1839, 1876, guerra del 36, siempre un general en medio, siempre una norma nueva a la medida del fuerte” (Josu Mendialdua, Nos quieren con los brazos en cruz).
"Una justicia de doble rasero; unas opciones políticas reducidas a derecha y ultraderecha; unas jerarquías eclesiales, militares y policiales rabiosamente implicadas en su propia construcción nacional; una opinión pública mediatizada y carente de líderes intelectuales valientes e independientes; una ética política basada en la Ley, y no en principios básicos, como la Libertad, la Justicia, y la Democracia, con mayúsculas; una peculiar libertad de expresión, posibilitadora del uso sin reservas del insulto y la calumnia por parte de unos, y el disfrute de la cárcel para otros; un idioma y una identidad monolítica y uniforme que considera la existencia de otras lenguas y culturas como un peligro para su propia existencia y actúa en consecuencia; ... Con estos y otros mimbres, se ha forjado un país que, de no haber un rey por medio, sería una república bananera. ¿Un país de chiste? Tal vez, si no fuera porque a muchos no nos hace ni pizca de gracia y tengamos cada vez menos ganas de quedarnos en él (Iñigo Figuren, País de chiste).
El nacionalismo, calentando el ambiente para la sesión en el Parlamento. Sin renunciar a la amenaza, arte en el que son expertos.
Como entrenadores sin escrúpulos ante un derby que les da miedo, los nacionalistas vascos han estado atizando las bajas pasiones en las horas previas al debate parlamentario del plan secesionista "amable" de Ibarretxe y su tripartito:
"Se le ve el plumero a la democracia española cuando celebra el aniversario de la liberación de Auschwitz y no hace lo propio con actos similares, protagonizados por el régimen del dictador y genocida Francisco Franco, que a los españoles les debieran interesar tanto o más que lo de Auschwitz" (Carlos Rodrigo, El fascismo de aquí).
"Tienen un mismo objetivo: la humillación política de quienes han osado plantear una iniciativa que trastoca el diseño de Estado. Esa humillación será, no obstante, el mayor error que PSOE y PP puedan cometer. Si deciden despachar a la mayoría absoluta de la Cámara de Gasteiz con una patada en el trasero, habrán abierto la puerta que tanto temen. Luego sólo podrán cerrarla por la fuerza" (Juan Carlos Ibarra, El peligroso juego de la humillación).
"La derecha más recalcitrante lucha denodadamente para ser la depositaria de los valores eternos. Unos valores que ni son valores ni son eternos. Se ha trucado el sentido de la dignidad. Alemania superó la guerra y hasta pidió perdón a las víctimas del nazismo. Italia dejó atrás a Mussolini con serenidad, mirando al futuro, y, sin embargo, aquí, en España, la derecha se ha dividido, con recalcitrante añoranza franquista, en ultraderecha y en ultraconservadora" (Carmen Torres Ripa, Los polichinelas).
"El Plan Ibarretxe propone al Pueblo Vasco una toma de decisión tan amplia como sus derechos, que son inegables. Lo que el Sr. Zapatero ofrecerá será algo limitado, con topes, con corsé y probablemente pactado con el Sr. Rajoy… sin duda se nos tentará con el proverbial plato de lentejas… Ibarretxe propone paz y prosperidad, y Zapatero, únicamente resignación y sumisión" (Colectivo Izadia, ‘‘Tsunami’’ político).
Solo pueden justificar su propia existencia si, por un lado, inventan el pasado y, por el otro, nos convierten a todos en nacionalistas. ¿Que discrepamos de ellos? Entonces somos... ¡nacionalistas españoles!
Uno puede oponerse al marxismo y no militar en la derecha, puede ser critico con la Iglesia y no ser ateo, puede denunciar a la extrema derecha y votar al PP. Sin embargo, según los nacionalistas, nadie puede discrepar del nacionalismo sin ser, a su vez, nacionalista de otro lugar.
El del españolismo es uno de los asuntos preferidos de este sitio. En Textos sobre España se puede encontrar una selección de artículos aparecidos en los últimos años. Hoy es la profesora Edurne Uriarte, que ha estudiado extensamente este asunto en libros como España, patriotismo y nación, quien analiza el supuesto nacionalismo español:
Existe un nacionalismo español, sí, aunque algunos prefieran llamarlo patriotismo constitucional, y consiste en el conjunto de sentimientos y creencias alrededor de la centralidad de la nación española para la articulación territorial de nuestro Estado. De hecho, millones de españoles comparten ese nacionalismo español, más allá de las élites políticas e intelectuales que han intentado definirlo.
Pero, a partir de ahí, son lamentables las falsificaciones de quienes equiparan este nacionalismo español con los nacionalismos étnicos excluyentes, porque los nacionalistas españoles son los que acordaron en la Transición la construcción de un Estado profundamente descentralizado, en el máximo nivel de descentralización de las democracias del planeta. Son nacionalistas que creen que España es un país plural, de identidades complejas, y son los que defienden el Estado de las autonomías frente a quienes lo quieren destruir.
Y estos nacionalistas españoles nada tienen que ver con el nacionalismo español del franquismo, en contra de lo que insinúan y hasta afirman en ocasiones sus detractores. Su concepto de nación española y su concepto de estado están en los antípodas del franquismo, y no sólo desde el punto de la oposición de la democracia a la dictadura. Otra cosa es que los antifranquistas menos evolucionados políticamente se empeñen en ver nacionalismo español franquista en cualquier defensa de la nación española. Pero ése es el problema de sus fantasmas del pasado y no de los españoles modernos, de derecha y de izquierda, que han sabido conjugar nación española con democracia.
Si los perseguidores de fantasmas franquistas quieren encontrar paralelismos para los nacionalistas españoles actuales, tienen abundantes muestras en los países democráticos de nuestro entorno y en la inmensa mayoría de sus ciudadanos, con la única diferencia de que sólo una minoría de ellos es partidaria de un nivel de descentralización tan profundo como el español. Y es que aunque Peces Barba y otros se empeñen en ignorarlo, existe un nacionalismo político, muy diferente al nacionalismo étnico, que, en España y en el resto de los países occidentales, ha realizado una fusión entre nación y democracia. Y, además, la fuerza de la nación política todavía explica la capacidad de éxito de un país, porque también ahora, en el tiempo del desarrollo de los organismos de gobernación internacional, es cada una de las naciones políticas la que dicta y determina la acción política en la medida de su capacidad de influencia.
Ese nacionalismo español al que algunos se refieren para justificar la aceptación de las nuevas demandas del nacionalismo vasco y catalán es clamorosamente minoritario en nuestro país. Desapareció con el franquismo. Ni tiene líderes ni tiene ciudadanos. Repasemos las múltiples encuestas; los partidarios de la España centralista representan siempre porcentajes de una sola cifra. Y ése es el único nacionalismo español comparable al nacionalismo vasco y catalán excluyente, el de los partidarios de la sustitución de la España autonómica por la España centralizada.
El nacionalismo español excluyente no tiene realmente ningún protagonismo en el debate territorial español actual. Son otras las posiciones principales de esta discusión. Y la representada por el nacionalismo español mayoritario es aquella que defiende el mantenimiento del Estado de las autonomías y la crítica a una nueva etapa de la Transición dictada por el nacionalismo vasco y catalán. Por un motivo fundamental: porque esa reapertura de la Transición debilitaría nuestro sistema político, tanto al Estado como a la nación política que lo sostiene. Y por un segundo motivo también importante, y es que responde a las demandas de un nacionalismo minoritario que ha roto el consenso que se alcanzó en su día con la Constitución y los estatutos.
El único nacionalismo excluyente que tiene protagonismo en esta historia es el del Plan Ibarretxe o el del independentismo catalán. Y el gran error histórico de la élite socialista actual es la renuncia, por un lado, al nacionalismo español autonomista, y por otro, a los únicos consensos posibles que son los de aquella Transición que la mayoría dimos por acabada a principios de los ochenta para embarcarse en un proceso de negociación con los nacionalistas excluyentes que únicamente beneficia a éstos y perjudica los intereses del conjunto de los españoles.
El error no sólo se sustenta en la incapacidad de esta élite socialista para comprender el sentido del nacionalismo político español, sino en la repetición de una equivocación estratégica en torno a los nacionalismos étnicos. Porque la nueva transición de Zapatero no satisfará a esos nacionalismos, a no ser que se sustente en un debilitamiento grave de la nación española. Tan sólo servirá, ya está sirviendo, para transmitirles una renovada legitimidad, para alimentar nuevamente su insatisfacción y su política de demandas permanentes y para perder la oportunidad favorecida por la era Aznar y el nacionalismo español autonomista de fortalecer un gran consenso en torno al modelo de articulación territorial consensuado en la Transición.
El artículo completo (Los nacionalistas españoles) se ha publicado aquí.
Un redoble de conciencia
Ferrán Gallego
"Hacerse una idea de España. No estaría mal, como proyecto, como factor de movilización. Para añadir a la solidez de los textos jurídicos ese fluido cultural de experiencia colectiva, de significado asumido, de empresa a realizar."Download un_redoble_de_conciencia.rtf
Los nacionalistas españoles
Edurne Uriarte
“Y estos nacionalistas españoles nada tienen que ver con el nacionalismo español del franquismo, en contra de lo que insinúan y hasta afirman en ocasiones sus detractores. Su concepto de nación española y su concepto de estado están en los antípodas del franquismo, y no sólo desde el punto de la oposición de la democracia a la dictadura.”
Download los_nacionalistas_espaoles.rtf
El gabinete de antigüedades
Fernando García de Cortázar
"¿Cuándo reconoceremos que el proyecto de nación liberal no planteó la ruptura de diversidad alguna, sino la quiebra de privilegios sustentados sobre coartadas identitarias previas a la democracia moderna."
Download el_gabinete_de_antigedades.rtf
El mundo es ancho y cercano
Fernando García de Cortázar
“Una abierta falsificación histórica, una plática para descerebrados, una leyenda que ha servido para que aquiescentes, sumisos o acoquinados nos traguemos la manteca rancia y totalitaria de los principios nacionalistas, toda esa zarandaja poética sobre la lengua, el territorio, el pueblo... que, si la cogiéramos y donde pone Cataluña, País Vasco, Galicia... escribiésemos España, no habría razón ni estómago que la resistiera.”
Download el_mundo_es_ancho_y_cercano.rtf
¿Patriotismo español?
Emilio Lamo de Espinosa
"Los españoles somos uno de los pueblos menos nacionalistas."
Download patriotismo_espaol.rtf
España como unidad en la diversidad
Carlos Seco Serrano
"La peculiar evolución histórica de los «miembros y pedazos» de España durante la Reconquista los había diferenciado como entidades con carácter propio, y la prudencia de los Monarcas les aconsejaba atenerse a esta realidad: la peculiaridad de la bien definida nación española radica en ser simultáneamente unidad y diversidad."
Download espaa_como_unidad_en_la_diversidad.rtf
Banderita, tú eres roja
Emilio Lamo de Espinosa
"¿Qué gracia divina les hace diferentes o mejores tal que su nacionalismo exige y merece todo nuestro respeto, faltaría más, pero el español sólo merecería menosprecio inmediato? ¿Por qué ellos pueden construir la nación catalana o vasca y otros no la española?"
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El guardián de la Nación española
Jorge de Esteban
"Tanto en el País Vasco, como en Cataluña, los nacionalistas en el poder quieren modificar indirectamente la Constitución, a través de sus Estatutos, reivindicando el derecho de autodeterminación en razón de que son unas «naciones»."
Download el_guardin_de_la_nacin_espaola.rtf
Patriotismo constitucional
Javier Rupérez
“El patriotismo nacional se confunde con el constitucional. Es ese patriotismo constitucional español el que deberíamos hoy reivindicar, en los mismos y razonables términos que reclama el texto básico: una "patria común e indivisible de todos los españoles" abierta a la igualdad de todos sus componentes y a la consideración equilibrada de todas sus pluralidades y diferencias.”
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El no-nacionalismo
Juan Pablo Fusi
“El no-nacionalismo pone el énfasis en la dimensión no esencialista de la nacionalidad, concibe la identidad nacional como una identidad cuando menos compleja y definida no por unos determinados elementos distintivos (lengua, religión, etnicidad...), sino forjada en todo caso por la interacción de muchos factores en la historia, y en interdependencia con otras culturas, otras lenguas y otras comunidades.”
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Unidos por la desunión
Fernando Savater
"Intentar poner en claro nuestra común convivencia actual está tan lejos de sostener que España es una «unidad de destino en lo universal» que se abre paso de modo providencial desde Viriato como de admitir que consiste en una amalgama esclavizada de otras identidades «unas, grandes y libres» que nada tienen que ver salvo la opresión que sufren. Para desterrar varias majaderías dañinas no es preciso sustituirlas por una sola peor que todas..."
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Manifiesto de los 2.300
"Este manifiesto no busca otro fin que restaurar un ambiente de libertad, tolerancia y respeto entre todos los ciudadanos de Cataluña, contrarrestando la tendencia actual hacia la intransigencia y el enfrentamiento entre comunidades."
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Por un nuevo partido político en Cataluña
"Los abajo firmantes no se sienten representados por los actuales partidos y manifiestan la necesidad de que un nuevo partido político corrija el déficit de representatividad del Parlamento catalán. Este partido, identificado con la tradición ilustrada, la libertad de los ciudadanos, los valores laicos y los derechos sociales, debería tener como propósito inmediato la denuncia de la ficción política instalada en Cataluña."
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