Los charnegos, los catalanes de segunda, se quejan del trato que reciben. Algo sigue oliendo a podrido en la supuesta integración idílica de la sociedad catalana.
Ya no se quejan solo del estado de su barrio, sino también de que les consideren cuasi analfabetos:
"Desde que se inició la crisis del Carmel he visto descrito el barrio donde nací como un lugar marginal, en el que sólo vive gente de nivel cultural bajo, con pocas expectativas y sin afán de superación. El Carmel fue construido por personas que vinieron de toda España. Hoy, nosotros, los charnegos, los hijos de esos inmigrantes, somos universitarios y tenemos un buen puesto de trabajo. Ya no somos los Pijoaparte de los que hablaba Marsé; somos jóvenes que luchamos por nuestros derechos. Los políticos han hablado de un plan de mejoras para el barrio, pero nunca han cumplido sus promesas, ni durante los Juegos Olímpicos ni durante el Fòrum. Ahora que parecía que, por fin, nos comunicábamos con el resto de la ciudad, nuestras ilusiones se han vuelto a desvanecer. A pesar de todo, los vecinos del Carmel seguiremos luchando, como siempre, por lo que creemos que es justo" (Cèlia Miguel Álvarez, Orgullo de barrio).
¿Y los nacionalistas? ¿Y Carod-Rovira? ¿Ya se ha pasado por el barrio para escuchar a los vecinos? No le ha dado tiempo. Está de gira con Gerry Adams.