Lo que se mueve tras la gestualidad secesionista, ¿es la defensa de una supuesta nación común o pura y simplemente el dinero?
Hace poco los nacionalistas de Esquerra Republicana proclamaron que, a cambio de un sustancioso sistema de financiación para el Gobierno tripartito, aparcan sus sueños independentistas porque lo importante es el asunto económico.
ERC, como todos los partidos nacionalistas catalanes, no tiene la menor intención de consumar un proceso secesionista. Tan solo recurre a la retórica etnicista para mantener a su parroquia en posición de firmes y con el voto presto. Carod- Rovira y sus amiguitos abandonan a pasos agigantados los viejos sueños porque le están tomando gusto al coche oficial. Y van a tragar lo que les imponga el PSOE, sea lo que sea, hasta un rato antes de las elecciones autonómicas, momento en que escenificarán una vuelta a los orígenes más radicales y saldrán del Gobierno para salvar la cara durante la consiguiente campaña. Sic transit gloria mundi. El secesionismo de ERC, como el de CiU, limita con las dietas de Madrid.
Puestas las cosas en su lugar, el dinero primero, la nación independiente ya veremos en qué momento, los interesados nacionalistas reorganizan su práctica ideología. El interés por la cuenta bancaria deviene seña de identidad, posibilismo político y hábil movimiento estratégico. Y así disfrazado, sale a pasear sin conocer límites. ¿Por qué referirlo solamente a la financiación? ¡Podemos aspirar a más! La lengua, por ejemplo. Una vez vencida la resistencia valenciana y rendida la AVL (Academia Valenciana de la Lengua), que acaba de ceder a las presiones del norte aceptando la unidad lingüística del valenciano y el catalán en medio del escándalo general, convirtamos la muy nacional idea de los “países catalanes” en “el mercado común catalán”:
“Ahora que todos estamos lo suficiente contentos con el dictamen de la AVL, ha llegado la hora de dejarnos de polémicas y dedicarnos a promocionar el uso de la lengua en el País Valenciano. Los señores de Nat [revista en catalán de reciente aparición] nos dan una lección. Han distribuido la publicación a todos los quioscos valencianos y han hecho una campaña de promoción. Sólo un quiosco ha rechazado la revista por el hecho de estar escrita en catalán y las ventas parece que van bien. Todavía resultará que aquello de una lengua, un mercado no era un sueño imposible” (Joan Oliver, Engrunes).
¡Acabáramos!