Pertenezco al “facio”. Sigo las consignas de la brunete mediática. Incluso participo en su elaboración. Me manipula el PP. Soy un reaccionario que odia a los catalanes y desearía ver arrasado el País Vasco. Echo de menos los tanques en la calle y los discursos del Caudillo. O sea, estuve en la manifestación de Sol.
A mi alrededor, resucitados miembros del búnker, los ojos inyectados en sangre, recorrían la puerta del Sol a la caza de algún rojo despistado. La ultra derecha afilaba los colmillos pensando en los catalanes y en Zapatero, a la espera de que Rajoy diera comienzo a su parlamento.
Ocultas bajo las banderas constitucionales que portaban, miles y miles de extremistas sedientos de venganza ocultaban el aguilucho de la misma manera que sus almas trataban de disimular las ganas de gritar ¡Franco, Franco, Franco!, que sustituían por otro tipo de consignas con objeto de disimular. Gritaban ¡España, España!, o ¡Libertad, libertad!, pero por dentro, a saber lo que estaban deseando decir.
De buena gana hubieran abucheado a los oradores que hablaron valenciano, gallego, catalán o vasco. ¡En pleno centro de Madrid! ¡Fachas hipócritas! De buena gana les hubieran gritado ¡Habla en cristiano, perro!, como en los buenos tiempos. Y hubieran levantado el brazo en cuanto Rajoy se acercó al micrófono. Pero disimulaban. El facherío españolista disimulaba.
Los mayores aplausos de la jauría imperialista nostálgica de Franco se las llevaron frases de Rajoy como la referida a que no somos una nación de naciones, sino de ciudadanos iguales en derechos, o la de que la Constitución garantiza la igualdad de todos frente a la ley con independencia del lugar de procedencia. Pero en el fondo de sus almas lo que querían era silbar e insultar cada una de aquellas intervenciones. Si aplaudían e interrumpían al orador era porque son falsos, hipócritas y cobardes.
Los ultras, el “facio”, la extrema derecha somos así. Queremos el exterminio de lo catalán, lo gallego y lo vasco, de sus políticos y sus culturas, de sus lenguas y sus expresiones artísticas. Pero para disimular, para que no nos pillen en un renuncio, aplaudimos a Rajoy cuando dice que “el futuro común no se construye con radicalismo, intolerancia y mal talante” y gritamos vivas a la libertad y a la Constitución.
Solo lo hacemos para disimular. Lo que en realidad queremos decir es ¡Viva el “facio”! y ¡Que Franco vuelva ya! Defendemos la Constitución que erradicó la pena de muerte pero en nuestros planes secretos figura su restauración para poder acabar con todos los vascos, los catalanes y los gallegos.
Las miles de personas que estábamos en Sol nos mirábamos a los ojos y nos reconocíamos como miembros de esta secreta operación de la ultra derecha para asaltar el poder, acabar con los rojos y los separatistas y reinstaurar el franquismo en toda España. Hasta a los niños que andaban de la mano de sus padres se les notaba el instinto matarrojos que a todos nos animaba aquella mañana de sábado, en Madrid, bajo un sol suave y dulce puesto allí para ocultar nuestras verdaderas intenciones.
- Fernando Savater (2004): "Prefiero compartir la razón con Aznar que perderla a sabiendas para que no me confundan con él."
- BBS (2005): "Nos gustaría poder compartir alguna vez la razón con Zapatero antes que perderla a sabiendas para que no nos confundan con él."