Lo que se ventila en Cataluña pasado mañana es muy sencillo: la necesidad urgente de mandar el nacionalismo al desván, al basurero o al archivo de la Historia. Elija lo que más le guste, pero no deje de votar por ello.
Esta es la propuesta de Miquel Porta Perales a la hora de elegir papeleta el miércoles:
"Esta es mi propuesta. En primer lugar, se trata de hacer realidad el olvido Cataluña. Esto es, mandar el catalanismo al museo de curiosidades de la historia, al lugar que se merece y se ha ganado a pulso por anacrónico y excluyente. Por anacrónico, porque si la misión histórica del catalanismo es la democratización y modernización de España, ¿cuál es hoy su sentido cuando se da el caso de que España lleva años democratizada y modernizada?
"Por excluyente, porque al querer inventar /diseñar/ construir/ reconstruir Cataluña sobre una identidad nacional propia que no existe, se está excluyendo —por decreto, por obra y gracia de los definidores oficiales de la Cataluña soñada o imaginada por el nacionalismo— a la mitad, o más, de unos catalanes impropios (?) que por ello no dejan de serlo, aunque no cumplan los criterios nacionalmente correctos legitimados y legalizados por el notariado nacionalista.
"Hablando de identidad y exclusión, no queda más remedio que mencionar la cuestión de la lengua. Cuando resulta que el castellano es la lengua materna de la mitad de los catalanes, cuando resulta que el castellano es la lengua habitual de comunicación de la mitad de los catalanes, ¿cómo puede sostenerse —lo hace el Estatuto— que el catalán es «la lengua propia de Cataluña» y como tal «es la lengua de uso normal y preferente de las administraciones públicas y de los medios de comunicación públicos de Cataluña, y es también la lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza»?
"La dialéctica infernal entre identidad y lengua ha dado lugar a un esencialismo lingüístico cuyas consecuencias perversas son el monolingüismo catalán y el anticastellanismo lingüístico. Y la cosa tiene su miga si tenemos en cuenta que Cataluña, en función del origen de sus habitantes, es uno de los territorios más españoles de España.
"Territorio en el que, por lo demás, la mayoría de sus ciudadanos se sienten a la vez catalanes y españoles o españoles y catalanes.
Archivado el catalanismo, olvidada la obsesión identitaria, arrinconado el extravío dieciochesco de una Cataluña soberana, abandonadas las ideas de quienes están fuera del siglo y se creen la encarnación de la historia, conseguido esto, se abriría el paso a la política y a la política de las cosas en el sentido más noble de una y otra.
"Abrir el paso a la política: lealtad institucional, recuperación de la autoridad y la responsabilidad, transparencia, autocrítica, superación de la demagogia, el populismo, el sentimentalismo y un victimismo que sirve para ocultar insuficiencias, reclamar privilegios y conservar el poder.
"Abrir el paso a la política de las cosas: infraestructuras, liberalización económica, productividad, competitividad, educación, familia, sanidad, investigación e innovación, vivienda, inmigración, seguridad. Una política y una política de las cosas que en Cataluña está hoy condicionada y limitada por la defensa de lo propio, por una llamada reconstrucción nacional que exige la discriminación de lo impropio, así como una importante cantidad de recursos económicos que podrían destinarse a cuestiones más prosaicas.
"Lejos de la ofuscación nacionalista por el ser, lejos del paralizador repliegue nacionalista que se escuda en la reivindicación permanente y la cultura de la queja, lejos de eso, la política y la política de las cosas es la condición de posibilidad de los deseos —otra vez la cita— del filósofo francés: «De ahora en adelante ya no dirás: “tienes una patria, debes salvarla” sino “tienes un lugar y debes hacer lo posible para que sus ciudadanos lo usen y disfruten”»; «Aquí es donde empieza el resto de la vida».
"Si recuperada la política y la política de las cosas, Jean Baudrillard viajara a Cataluña, en lugar de reeditar su Oublier la Catalogne escribiría un nuevo ensayo titulado La grandeur de la Catalogne." Miquel Porta Perales, Olvidar Cataluña.