Cuando el PSOE se refiere al proceso de paz, la imagen que le ponemos a esa expresión es esta fotografía de De Juana que tan pronto tiene las manos atadas como levanta el puño en caduco gesto que se quiere triunfal.
La gran virtud de algunas imágenes consiste en reflejar a la perfección el estado de ánimo, la atmósfera, el espíritu colectivo del momento en que aparecieron. Sucedió con la niña vietnamita que, desnuda, huía del napalm. Sucedió con el rostro de Ernesto Guevara, el Che, repetido hasta la saciedad en los 60 y los 70. Sucedió también con las fotografías de Franco agonizante que el indigno marqués de Villaverde vendió a Jaime Peñafiel.
Todas esas imágenes nos sumergen en el momento histórico del que surgieron y nos transmiten el pulso de aquellos días. También la fotografía de Ignacio de Juana Chaos sobre una cama de hospital.
Nada refleja tan perfectamente el significado del término paz y del término diálogo, las dos propuestas fundamentales de la actual presidencia del Gobierno, como esas fotografías de uno de los mayores asesinos en serie del nacionalismo vasco.
La paz de la que nos habla Rodríguez, el diálogo que nos propone es De Juana. Tendido sobre un lecho de la Seguridad Social o encerrado en la jaula de la sala de vistas de la Audiencia Nacional. Cuando el PSOE se refiere al proceso de paz, la imagen que le ponemos a esa expresión es esta fotografía de De Juana que tan pronto tiene las manos atadas como levanta el puño en caduco gesto que se quiere triunfal.
La paz, el proceso, el diálogo es esa habitación del Hospital 12 de Octubre, es uno de los asesinos emblemáticos tratando de aparecer como Gandhi, como eusko Gandhi. Mientras concede entrevistas donde deja patente que no hay lugar para el diálogo cuando una de las partes ha caído en el delirio. Mientras los suyos arrasan estaciones de ferrocarril porque las patrias que jamás existieron y nunca serán se nutren de sangre y ruinas.
La paz que nos propone Rodríguez es la presencia del perturbado del 12 de Octubre en mil carteles por las calles porque la influencia política del nacionalismo terrorista solo se puede mantener presionando a la vecina de abajo y al tendero de la esquina.
El proceso y el diálogo con el que espera medrar la casta dirigente del PSOE es Batasuna convirtiendo a De Juana en mártir y santo en el telediario de mediodía. La fotografía de De Juana es la fotografía de Rodríguez.
Con quien negocia el actual presidente del Gobierno es con la imagen de De Juana en el Doce de Octubre. En esa habitación donde está encerrado el terrorista es donde está encerrado Rodríguez. Con sus chanchullos. Con sus mentiras. Con su traición. El mismo se metió y luego, remedo patético de conquistador de película en blanco y negro, quemó las naves al lanzar la llave por la ventana.
No puede salir. Los suyos esperan cada vez con más temor que encuentre algo con que abrir de nuevo la cerradura y ganar el pasillo. Pero Rodríguez no puede salir. Permanecerá ahí hasta que tumbemos la puerta, nos hagamos con la habitación y le tiremos por la ventana junto a De Juana.
Ya queda menos.