Si la historia que narra la intérprete Saïda Saddouki es cierta, no se trata de un comportamiento regulado, organizado y dirigido por ningún gobierno, ni se han aprobado leyes que lo amparan. Eso es algo que solo sucede donde gobiernan los nacionalistas.
La prensa etnicista catalana airea estos días con ruidosa gesticulación el caso de una intérprete de árabe que acudió a ofrecer sus servicios a la Guardia Civil de Palma de Mallorca y que, según declaraciones de la aludida, recibió un “trato vejatorio”. Como de costumbre, la victimista campaña presenta los rasgos típicos de todas las operaciones de propaganda mediática del nacionalismo: manipulación de la información, versiones de la noticia sin contrastar e interpretaciones más que interesadas.
Los escasamente difundidos periódicos xenófobos del catalanismo militante hablan de “la mora catalana” en sus secciones de noticias y opinión, expresión esta que supuestamente habría sido pronunciada por miembros de la Guardia Civil. Y por supuesto lo hacen con el rigor habitual en el etnicismo mediático:
“Mujer, mora y catalanista: ¡demasiados defectos juntos en una sola persona como para que un agente o un capitán de la Guardia Civil lo puedan soportar! Se debieron de horrorizar con aquella confluencia en una sola persona humana, de sexo femenino por más inri, de los demonios ancestrales de los moros derrotados por los Reyes Católicos y ahora de nuevo amenazantes y de los nuevos demonios de los que quieren romper la unidad de España.
“Si a alguien le ha pasado por alto, basta que se imagine la escena con un par de muñecos con tricornio y mostachos que actúan según el guión más esperpéntico y más tópico.” (Miquel A. Llauger, Saïda, mora i catalanista)
La información que tenemos acerca de los hechos procede de la propia denunciante, la intérprete Saïda Saddouki. Según su versión, llegó al cuartel de la Guardia Civil y al agente que la recibió, de nombre Sarro, le dijo en catalán:
“Bon dia, tenc cita amb el capità sr. Bartolomé, amb motiu de prestar servei de traduccions” (Buenos días, tengo cita con el capitán señor Bartolomé, con motivo de prestar servicio de traducciones).
La respuesta del guardia, siempre según la versión de la traductora (una versión que varía según la cuente Avui o Diari de Balears), fue:
“A mí no me hables en catalán. Hasta que no hables en cristiano no vas a pasar. Tengo que saber adónde vas y como no te entiendo porque hablas raro, no te puedo dejar pasar. Así que... ¡tú decides!”
Siguiendo con la narración de Saïda Saddouki, la intérprete regresó al día siguiente y formuló la misma petición en la puerta del cuartel, donde curiosamente parecía estar de guardia el mismo agente Sarro. Esta vez utilizó el español, salvo al final:
“Buenos días, vengo al departamento de policía judicial con el capitán señor Bartolomé, por unas traducciones, hi és?”
La respuesta del agente que estaba en la puerta fue al parecer similar. La intérprete añade a su versión una conversación con el capitán mencionado, quien al parecer terminó por recibirla a pesar de que, según Saïda Saddouki, no la dejaban entrar en el cuartel si utilizaba el catalán. En esta conversación la intérprete asegura que fue insultada por el oficial:
“¡A mi me parece vergonzoso que seas de otro país y defiendas un idioma que ni siquiera existe, porque unos se lo han inventado y, encima, vienes tú a defenderlo! Lo que me faltaba: ¡una mora catalanista! ¡Si quieres el catalán pues quédate con él! ¡Sabes que aquí no hay nada que odiemos más que ese maldito idioma y posturas como la tuya!” (Una intèrpret denuncia un capità de la Guàrdia Civil en dir-li ‘mora catalanista’ )
La traductora acudió inmediatamente a una institución bien conocida en las islas por su posicionamiento catalanista y rotundamente nacionalista, la Obra Cultural Balear, y allí convocó a los medios de comunicación para ofrecer su versión del incidente.
A continuación se inició la campaña mediática que conocemos estos días, en la que el nacionalismo se rasga las vestiduras ante la intolerable agresión de España a los derechos “nacionales” de Cataluña y adyacentes, y a los derechos de todos los que quieren “vivir en catalán”, incluidas las intérpretes de árabe y bereber. El caso se magnifica en columnas de opinión, unánimemente tituladas “la mora catalana”, y se presenta poco menos que como un nuevo capítulo de la guerra que España sostiene con Cataluña, sometida al estatus de colonia sin derechos.
La fabulación etnicista no se sostiene, pero se repite cuantas veces sea necesario porque siempre hay algún incauto que termina picando. En la narración de los hechos tal como la presentan los etnicistas se ocultan o tergiversan demasiadas circunstancias. ¿Y si leemos los hechos, aunque partamos de la versión unilateral de la intérprete, de otra manera?
- Si el agente de guardia no entiende el catalán, no hay nada que objetar a su primera argumentación, salvo la zafia forma de expresarse. Pero el segundo día, si la intérprete dijo en español lo que afirma, el agente tenía que haber cambiado de actitud. Incluso aunque en su conversación Saïda Saddouki introdujera términos en catalán. Estos podían responder a una actitud desafiante de la intérprete, tal vez había un cierto recochineo ante el guardia, pero en lo esencial se hizo entender. Mal por el agente el segundo día si hizo lo que la intérprete dice. Su actitud, en ese caso, es reprobable.
- Saïda Saddouki reconoce que entró en el cuartel y se entrevistó con el capitán en su segunda visita tras expresarse en español.
- ¿Es verosímil que un capitán de la Guardia Civil utilice insultos para referirse a la lengua catalana, incluso aunque sienta desprecio por esa lengua? Es creíble que el capitán manifestara su rechazo al uso del catalán en el cuartel con el argumento de que él y sus subordinados no lo entienden. Es más difícil de creer que a estas alturas un funcionario se arriesgue a insultar a quienes hablan catalán. Y más si reside en un lugar gobernado por nacionalistas, con un delegado del Gobierno en Baleares próximo a esas posiciones y un director general de la Guardia Civil catalán. Ignoro si hay agentes que “odian ese maldito idioma”. Pero la versión de la intérprete presupone que, además, esos agentes son imbéciles e inconscientes que están dispuestos a quedarse sin trabajo a cambio de un desahogo lingüístico.
- Imaginemos que el oficial se comportó de manera insultante con la lengua catalana y que la versión de Saïda Saddouki es exacta en todos sus términos. Ha sucedido lo correcto: a instancias de un particular, y sin más pruebas que su versión, se ha abierto una investigación oficial que puede terminar muy mal para los agentes implicados. ¿Dónde está el problema? Los comportamientos indeseables pueden surgir en cualquier lugar (y ya veremos si estamos ante uno de ellos). Lo importante es que se deje claro que se trata de un comportamiento ilícito (si se produjo) y que se castigue a los culpables (si lo son).
Este asunto no tiene absolutamente nada que ver con lo que sucede en las regiones gobernadas por etnicistas y no es de ninguna manera comparable. Si la historia que narra la intérprete es cierta, no se trata de un comportamiento regulado, organizado y dirigido por ningún gobierno, ni se han aprobado leyes que lo amparan.
En las regiones gestionadas por nacionalistas, los partidos y los gobiernos aprueban medidas que suponen la persecución lingüística de una parte de sus ciudadanos. No es el caso de Palma, donde la iniciativa, si se ha producido, es individual y particular y se investiga y se castiga por parte del Gobierno de la nación y de las leyes en vigor.
A lo largo de la Historia ha habido comportamientos como los que denuncian los etnicistas a propósito de este incidente. Los hubo durante el franquismo y también en otros países, bajo regímenes similares, cuando sectores de la población fueron perseguidos en razón de su lengua, su raza, sus ideas políticas o su religión. Ahora eso mismo sucede en Baleares, en Cataluña, en el País Vasco y en Galicia. Y no sucede en el resto de España, ni el Gobierno se dedica a perseguir a intérpretes de árabe por el hecho de que hablen catalán en un cuartel.
La campaña etnicista de “la mora catalana” es solo eso, una campaña más, otra muestra de histeria identitaria, de victimismo llorón que para sostenerse, ha de recurrir a la manipulación de los hechos.
En cuanto a la protagonista de este incidente, Saïda Saddouki presume de haber vivido muchos casos de agresión lingüística:
"Saddouki explica que esta no es la primera vez que se siente discriminada en Palma, donde vive desde hace 8 años, por hablar en catalán: ‘Suena a chino, pero he sido más discriminada por hablar en catalán que por hablar en mi lengua, el árabe, que me ha abierto muchas puertas a la hora de encontrar trabajo’.
“La intérprete de 25 años cuenta que se ha sentido discriminada en el centro de Salud y en los autobuses de la ciudad de Palma. ‘He llegado a cambiar de casa para no tener que coger la línea 3 de bus, porque en una ocasión el chofer me agredió en la mano por no hablarle en cristiano’. Por este hecho, puso una reclamación en el Ayuntamiento de Palma que, según explica, no le han contestado nunca.” (Saïda Saddouki: "No vull treballar més amb la Guàrdia Civil")