La calle va por un lado y la política y los medios, por otro. También en este asunto. Parece que toda la España oficial rechaza la letra propuesta para el himno. No saben de qué hablan, como suele ser habitual.
¿Dónde está escrito que la letra de un himno nacional haya de ser un ejemplo de literatura? ¿Dónde que deba huir de conceptos que algunos, arrogándose un papel al que están muy acostumbrados, califican de anacrónicos?
De repente parece que nadie haya escuchado jamás la letra de himno nacional alguno. Todos son retóricos, grandilocuentes, manifiestamente mejorables desde el punto de vista literario, reiterativos, deficientes y aun ridículos y/o grotescos en su métrica. Y la mayor parte, políticamente incorrectos, cuando no apologías de la violencia y el genocidio.
Sin embargo desde que el texto de Paulino Cubero se hiciera público, ha estallado una más que curiosa unanimidad. Derecha e izquierda lo rechazan casi al cien por cien con idéntico entusiasmo. Y lo mismo sucede en los medios. Prensa de papel, la red, periódicos que van de serios, confidenciales de moda, panfletos on line, prensa nacionalista, periódicos moderados, medios izquierdistas zapateros, toda la opinión publicada por el medio que sea rechaza en su mayoría la letra de Cubero. Jamás en los últimos doce años habían estado todos tan de acuerdo. Pero da la impresión de que va a ser que no.
El día que se filtró la letra, todas las cadenas de televisión sacaron sus cámaras a la calle, que es lo que suelen hacer cuando no saben qué contar, para preguntar a la gente. Y la unanimidad era también llamativa, pero en sentido contrario. A pesar de que al abordar piezas de este tipo, se intenta siempre que aparezcan opiniones encontradas, la mayoría de los encuestados de todas las cadenas se mostraban encantados con la noticia de que hubiera letra para el himno. Una vez más la calle va por un lado y la política y los medios, por otro bien distinto y alejado.
Medios y políticos han optado por la descalificación general, que es la práctica común de la vida pública en nuestro país, y cada cual ha quedado bien retratado en sus palabras. La Izquierda Unida que reina en Cataluña (esa región que subvenciona con dinero público a quien teje la "señera" más grande del mundo) ha declarado:
“Nuestra coalición será una garantía para evitar que el Congreso apruebe o pierda el tiempo debatiendo que se ponga letra al himno español”.
El mismo día que se manifestaban de este modo, la sociedad catalana, según sus políticos y sus medios, estaba pendiente de:
- La gira de Carod-Rovira por Escocia (gran cobertura mediática, enviados especiales, crónicas y conexiones en directo): “Carod i la diplomàcia catalana" (Avui), “Viaje oficial a Escocia del número dos del Gobierno de la Generalitat. Carod desdeña la democracia española y ensalza la británica” (El Periódico).
- La brutalidad de la Guardia Civil con los luchadores vascos por la libertad Portu y Sarasola (“El conflicto vasco”, titulaba El Periódico).
- La necesidad de que la sociedad catalana conserve sus genes (Ernest Benach, presidente del parlamento regional: “Hay que conservar los genes de una política catalana proclive al diálogo”)
La noticia de la letra mereció para el panfleto étnico Avui comentarios del tipo: “Nunca te librarás del poderoso culo blanco de Franco”. Y para el órgano del socialismo nacionalista en Cataluña, El Periódico, el título de “La recuperación de los símbolos españolistas”. A este colchón mediático le siguió el habitual aquelarre étnico progresista, siempre dando muestras de su nivel intelectual (Carmen Calvo, Llamazares, Tardà, López Garrido, Olabarría).
La excepción fue mi admirado Jon Juaristi, involucrado en algún intento anterior, que hizo el esfuerzo de analizar con rigor la letra propuesta, para llegar a las mismas conclusiones.
El caso es que solo hay tres opciones: o el himno se queda como está, o se encarga una letra vía oficial (Gobierno de la nación, Cortes, comisión ad hoc, etc.), o se decide abrir el debate a toda la sociedad. Y con toda franqueza y el mayor de los respectos institucionales, uno prefiere mil veces la supuesta torpeza de una iniciativa popular que la clásica inoperancia de nuestra clase política.
Si la letra del himno ha de salir de los partidos, jamás lo cantaremos. O si ha de decidirlo la opinión publicada. Prefiero mil veces que esa misión quede encomendada a un ciudadano particular. Y en ese caso no me molesta que el texto sea “pastelero”, políticamente correcto, que esté tan obsesionado con quedar bien ante todo el mundo. O que pueda contener errores métricos y deficiencias literarias. Lo que más me gusta de la letra que se ha difundido es que lo firme un señor que está en paro, tiene 52 años y ha nacido en Granátula de Calatrava.