“Si ellos se adhieren al manifiesto, nosotros nos adheriremos a una huelga que consiste en no mirar Telecinco. Esto no es un boicot, sino una huelga. ¡Juntos podremos! ¡Telecinco nunca jamás!”
El etnicismo catalanista lleva una temporada tragando sapos de considerable tamaño en el terreno que más le duele, el de los símbolos populares. A la selección nacional de fútbol se le ocurre ganar la Eurocopa y las calles de las ciudades y pueblos catalanes se llenan de seguidores entusiastas agitando banderas nacionales. Luego Rafael Nadal gana el torneo de Wimbledon y se envuelve en la bandera española. Y en casa aparece el Manifiesto por la Lengua Común y entre los abajo firmantes se encuentra lo mejor del mundo cultural catalán.
Descontrolado ante el éxito del Manifiesto y ante las declaraciones favorables de cientos de representantes del mundo de la cultura en Cataluña, como Montserrat Caballé, los nacionalistas catalanes han dedicido contrarrestar el entusiasmo nacional de los españoles nacidos en Cataluña con un nuevo boicot. A las campañas contra la candidatura de Madrid como sede olímpica (“La aspiración olímpica de Madrid 2012 tiene como único motor la envidia de Barcelona.” Ignasi Riera, Avui, 7.7.05), contra Iberia (“esa compañía de pilotos chulos salidos de una zarzuela que piensan que mean colonia”), contra Leche Pascual, contra personas como Francisco Caja, Arcadi Espada, Albert Boadella o Fernando Savater, y contra las empresas que tienen la ocurrencia de utilizar el español en España, se une ahora la campaña decretada contra la cadena (italiana) de televisión Telecinco, ante la que se ha dictado el siguiente anatema:
“Telecinco es líder de audiencia en Catalunya; ellos a cambio de esto se adhieren al manifiesto que pretende que el catalán (entre otras lenguas) sea relegado y despreciado. Si los catalanes nos uniéramos podríamos conseguir hacernos respetar; en su día lo conseguimos con la marca Pascual, ahora es hora de impedir que estos fascistas que no entienden lo que significa el respeto a una lengua igual de válida que la suya (con la diferencia que ellos nos la imponen a nosotros), ni contemplan una diversidad cultural, nos sigan tomando el pelo. Ya está bien que en lugar de estarnos agradecidos, vayan en contra nuestra.
“¿Se creen que pueden tratarnos así y que ante un ataque contra nuestra lengua nos quedaremos igual? ¡Demostremos que no y que han de rectificar! Tras sufrir día tras día las barbaridades de la COPE, etc., ¿encima esto? ¡Basta ya!
Esta "vaga general als Països Catalans" va acompañada de las medidas políticas correctivas habituales.
La poderosa argumentación del texto que llama a la insurrección "nacional" contra la cadena de televisión no se diferencia gran cosa del reciente intento de imponer por obligación la lengua regional a los fontaneros vascos. Tampoco hay grandes diferencias entre este nuevo boicot televisivo dictado por la autoridad étnica catalana competente y la obligación dictada asimismo por la autoridad étnica competente, en este caso vasca, con respecto a la lengua en que han de trabajar los ginecólogos vascos.
A todos los nacionalistas les une el mismo afán. Totalitario.