Ni lo uno, ni lo otro: falacia. Como respuesta al Manifiesto por la Lengua Común, el llamado “Consejo Nacional” de ERC ha aprobado una resolución en defensa de la lengua catalana.
Los etnicistas podían haber argumentado partiendo del enunciado del Manifiesto por la Lengua Común, que en absoluto niega ningún derecho a las lenguas regionales. Pero han preferido recurrir a los procedimientos habituales, los que se fundamentan en la genitalidad identitaria, pasando por encima del razonamiento lógico y de la respuesta a los hechos que se les presentan.
No importa que el Manifiesto por la Lengua Común esté dedicado a exponer las medidas totalitarias que desde los gobiernos regionales controlados por los nacionalismos se aplican contra los derechos ciudadanos. Entrar en ese terreno dejaría al descubierto las vergüenzas de tales políticas. Por ello, los representantes del sector más reaccionario y casposo del ku klux klan catalanista prefieren el recurso a la irracionalidad, al sentimiento, y así proclaman:
“Los catalanes tienen el derecho inalienable de usar el catalán con normalidad en cualquier lugar de los Países Catalanes.”
¿Está fundamentado semejante “derecho”? En modo Alguno. El citado Manifiesto por la Lengua Común no niega la existencia y el derecho a utilizar las lenguas regionales. Pero los etnicistas obvian tan esencial detalle para dar el salto expansionista: “en cualquier lugar de los Países Catalanes”. Falso.
Los tales “países catalanes” no existen más que en el imaginario colectivo del KKK catalanista, fruto del calentón neuronal de los conocidos racistas Almirall y Prat de la Riba, con la colaboración tardía del socialismo zapatero, versión barcelonesa. Por lo demás, de esta prosigue la resolución aprobada por ERC:
“El manifiesto a favor del español se debe a la incomprensión o bien al desconocimiento de la realidad o bien a un intento de acabar con la diversidad lingüística de nuestro país.”
En Europa conocemos ese tipo de “incomprensión” y de “desconocimiento”. Un famoso europeo supo detectarlo en los habitantes de Polonia y otros países en los años 40 del pasado siglo. Y la “incomprensión” y el “desconocimiento” de los supuestos derechos de los supuestos alemanes que supuestamente estaban sojuzgados en otras naciones, sirvieron para que la Alemania de Hitler iniciara su política de expansión.
Sin duda nuestros republicanos no tienen nada que ver con el NSPAD, ni con su dirigente. Carecen de los recursos económicos y del potencial militar del austríaco. Viven en una nacioncita inventada, mientras que Hitler ocupó el poder de un país de verdad (en determinado período, también por métodos democráticos, como ERC). Pero el impulso digamos “intelectual”, el espíritu que inflama las arengas, que no propuestas, de nuestros republicanos es exactamente el mismo.
Y así nos va a los “judíos”.