El Partido Popular, como el PSOE, no se libra de los gestos etnicistas, y lo ha vuelto a poner de manifiesto en la Comunidad Valenciana, donde ha establecido el requisito lingüístico para el acceso al contrato de integración de los inmigrantes.
La Consejería de Inmigración del gobierno regional valenciano propuso en vísperas de las pasadas elecciones legislativas la creación de un contrato de integración para los inmigrantes de la Comunidad Valenciana. La idea, muy en la línea Sarkocy de propuestas de impacto mediático, parecía razonable y oportuna, pero escondía una trampa: el requisito lingüístico.
El parlamento regional valenciano ha aprobado la Ley de Integración, que incluye el citado contrato y sus obligaciones lingüísticas, y el gobierno de Francisco Camps ha hecho saber que ha empezado a elaborar los textos que los inmigrantes deberán estudiar.
Las materias que se impartirán a los inmigrantes y sus contenidos específicos no se han dado a conocer todavía, pero se sabe que el curso de integración tendrá una duración de 40 horas, será voluntario e incluirá el conocimiento de la lengua regional. Y aquí empiezan las sospechas.
Dos son los aspectos discutibles de esta norma. Por un lado, la necesidad de que el inmigrante que llega a España tenga que aprender un idioma que solo se habla en algunas provincias y de manera parcial y minoritaria, llámese valenciano, vasco, gallego o catalán. Y por otro, la creación de una nueva barrera en un mercado que debería ser único, abierto y completamente libre.
A ello hay que añadir los recelos que despierta el propio gobierno regional popular de la Comunidad Valenciana en esta materia. Desde hace años, los libros de texto destinados a la enseñanza del valenciano se elaboran con criterios cercanos al expansionismo catalanista. En la Comunidad Valenciana y por la vía de los hechos consumados, el PP se ha apuntado al asimilacionismo lingüístico y, aunque sigue manejando la retórica del valenciano versus el catalán, ha introducido en el sistema educativo regional la lengua que se habla en el Principado en detrimento del valenciano tradicional.