El dirigente del PP, Antonio Basagoiti, ha apelado al concierto económico como instrumento eficaz para combatir la crisis económica en la región.
En el curso de un acto con empresarios vascos, Antonio Basagoiti habló de "exprimir" las posibilidades que ofrece en concierto económico para paliar los efectos de la crisis económica. No es la primera vez que se alude al concierto económico como motor de la prosperidad económica.
Las afirmaciones de Basagoiti no son muy distintas a las de Pasqual Maragall, que en la primera legislatura del tripartito catalán reclamaba para la región un trato igual para alcanzar niveles similares de riqueza.
El concierto permite a las haciendas forales recaudar los impuestos en la región y luego ingresar en las cuentas del Estado el porcentaje (el cupo) de esa recaudación que supuestamente equivaldría a los gastos originados por las competencias no asumidas por el País Vasco, y de las que se encarga la administración central. El cupo se destina asimismo al Fondo de Compensación, que debe corregir los desequilibrios económicos interterritoriales en nuestro país.
El concierto supone que en el País Vasco se tributa como si la renta media de los ciudadanos de la región fuera igual que la renta media del conjunto de la nación. En la práctica este sistema fiscal significa que en algunos lugares de nuestro país (País Vasco y Navarra) se establece la contribución con independencia de los ingresos. Y hasta cierto punto, también significa que son los territorios los que tributan, y no las personas.
Según los cálculos del profesor Mikel Buesa, el País Vasco se benefició el pasado año (dejó de ingresar en la caja común del Estado) de más de 2.000 millones de euros gracias al concierto económico. Y Navarra, de 544 millones. Por otro lado, el cálculo del cupo desemboca cada año en una negociación que suele ser tempestuosa y que sirve para que los nacionalistas obtengan privilegios adicionales del partido que en cada momento gobierna la nación.
Ningún partido de estas dos regiones, ni sus organizaciones empresariales, ni sus sindicatos se muestran críticos con un concierto económico que permite mantener unos niveles de servicios a la cabeza de toda la nación. Y lo mismo sucede con muchos ciudadanos. En cuanto a los nacionalistas, el concierto es un vestigio del franquismo que se ha conservado y que nunca han cuestionado a pesar de su origen.
Pero el procedimiento ha generado no pocas tensiones de distinto signo. Por un lado, la existencia del concierto y del correspondiente cupo no respeta los principios constitucionales de progresividad, igualdad y solidaridad. Por otro, desde el nacionalismo catalán se ha utilizado el concierto como agravio comparativo y para reclamar un trato igual en la financiación regional.
Un trato igual, pero no extensivo al resto de regiones. Frente a ello, desde formaciones como UPyD se ha cuestionado la equidad del procedimiento. Si todas las regiones gozaran de un sistema similar al de las haciendas forales, el PIB de nuestro país habría caído en 2007 un 3,6%.