Las últimas encuestas sobre intención de voto reflejan una infrecuente unanimidad: el PSOE pierde apoyo popular a espuertas y el PP ya se sitúa por encima de los socialistas en intención de voto. Pero los apoyos electorales que está perdiendo el PSOE no van a parar al PP.
La encuesta que refleja de manera más llamativa esta circunstancia es la de TNS Demoscopia para Antena 3-Onda Cero. Sus resultados indican que el PSOE pierde más de siete puntos con respecto a 2008, pero de ellos, el PP solo recupera 1,5. El sondeo de Público, publicado el lunes pasado, resulta más comedido, pero corrobora que la pérdida de votos de los socialistas (2,3 puntos) no beneficia de manera sustancial al PP (1,2 puntos).
A poco más de un año de las últimas elecciones generales, el deterioro de Zapatero resulta vertiginoso. Y tan súbito cabreo ciudadano, en mi opinión, no termina de explicarse si solo se toma en cuenta la situación económica. Pero las encuestas aportan datos significativos tanto para los socialistas como para los populares.
Que el PP no esté recogiendo la mayor parte de la crítica ciudadana al PSOE resulta llamativo, teniendo en cuenta la virulencia de esta. Y localizar el motivo de tal circunstancia debe estar siendo en estos momentos tarea prioritaria en las filas populares.
¿La supuesta corrupción gurteliana? Demasiadas sospechas de corrupción en el comportamiento del Gobierno y de la Fiscalía podrían tamizar la opinión de la ciudadanía al respecto. Por otro lado las últimas encuestas se hicieron antes de que estallara la llamativa mascletá del caso.
En los sondeos de intención de voto, el encuestado se enfrenta a nombres, a imágenes bien concretas: Zapatero, Rajoy, Rosa Díez, Cayo Lara... La decisión no viene precedida de una campaña electoral, ni de debates entre candidatos que permitan decantar el voto, ni de reflexión de ningún género. Solo la inmediatez de una decisión perentoria, como quien se enfrenta al lineal del supermercado: ¿este producto o el otro? ¿Zapatero o Rajoy?
Y en esas circunstancias, cuando lo que pesa sobre todo es el candidato por encima de propuestas, programa o acción de gobierno, el comprador se da la vuelta y elige un producto del mostrador de enfrente, o decide irse a casa con las manos vacías.
A Rajoy le cabe el mérito de haber conducido al PP por el desierto de una legislatura y pico repleta de trampas, lazadas y minas. Incluidas las minas antipersona.
El PSOE se ha comportado en el gobierno como es tradición en él: recurriendo a todo, incluido el juego sucio, para acabar con sus oponentes, sean partidos, grupos sociales o ciudadanos. Un partido que no duda en mirar para otro lado ante la guerra sucia, tiene las alforjas bien provistas del cinismo necesario para utilizar todos los recursos del Estado contra sus ciudadanos (aborto, EpC, libertad de conciencia, monopolio mediático).
Frente a la agresión descarada del frente del Tinell, Mariano Rajoy ha sabido mantener al PP razonablemente unido, mucho más de lo que cabía esperar. En los peores momentos su suelo electoral se ha demostrado más que sólido. Todas las trampas del Gobierno y la izquierda se han estrellado contra ese apoyo incombustible que los votantes populares siguen mostrando. Justo es reconocer que ese es un mérito también de Mariano Rajoy, y no solo de la (mitificada por algunos) base electoral de la derecha.
La pregunta ahora es: ¿tendrá Rajoy la grandeza política que algunos le suponemos para dejar paso a quien sea capaz de rescatar esos cinco puntos que necesita el PP para alcanzar la mayoría absoluta?