El argumentario progre sigue acumulando puntos en el ranking de la banalidad. Con la aportación de este padre extremeño de vocación quemacuras, ya ha superado el nivel de los telediarios de Cuatro y logra situarse entre las presentadoras de informativos de La Sexta y los contenidos de La Noria. Si Gramsci levantara la cabeza, se la cortaría a trocitos en una picadora de hielo.
El tipo que hoy presume de su jaula pertenece a esa generación sobrada y pedante que se considera de vuelta de la Historia (¡cuántas veces habremos de pedir perdón todavía!).
Ignorantes con balcones a los 60, esta logia perdona la vida al resto de la humanidad cuando se siente magnánima, momento que suele coincidir con la emisión del programa de Buenafuente o con las campañas electorales del PSOE, cuando, ahíta de insultos, cree rozar la perfección ideológica: “¡Fachas!”
“Cuando mi hija Ana tenía cuatro añitos empezó, al llegar a casa, a juntar las manitas y a rezar padrenuestros. Fue la primera vez que tuve que ir al colegio a hablar con la tutora. Hoy empiezan con los crucifijos, mañana con el aborto y pasado mañana...”
Oxímoron andante, cargo del PSOE y profesor, Lorenzo (se llama Lorenzo, como el mártir que trajo el Santo Cáliz a España) es el perfecto ejemplo de la vieja teoría según la cual, cuando descuelgas el crucifijo, terminas poniendo en su lugar a la bruja Lola:
“Cuando nacieron, decidimos que no recibieran enseñanzas religiosas, que lo que hacen es adoctrinar. Yo les enseño libros de ciencias y cuando preguntan si mi padre, que ya falleció, está en el cielo, les digo que el abuelo está en nuestra mente.”
Sí, lo sé, no estoy argumentando. Tampoco tengo la menor intención de hacerlo. Nunca discuto con picadoras de hielo.