Supuestos analistas de esos que proliferan ahora, más empeñados en la provocación y en el todo vale contra Z que en el análisis, se empeñan estos días en preguntarse en medio de grandes aspavientos dónde estaba Zapatero en tal o cual momento. Y a continuación señalan a Rubalcaba y elucubran sobre fantasiosos golpes de Estado palaciegos y sonoras dimisiones.
Televisiones y radios más pendientes de servir al poder que vendrá que a los hechos, se convierten estos días en pasarelas de soi-disant liberales que critican la seudoprivatización de minúsculas parcelas del Estado, y de conservadores que ponen a caldo al Gobierno por arrear a algunos sindicalistas. Cuando el barco se hunde, las ratas cambian de acera. Y las que estaban en la que ahora toca, ante la avalancha que les llega, se mueven más y hacen más ruido para no pasar desapercibidas. ¡Eh! ¡Que estoy aquí! ¡Yo llegué antes! ¿Qué hay de lo mio?
Y a todo esto, la casa por barrer. Es la maldición de nuestro país: España no le importa a casi nadie. El bien común termina donde empiezan las perspectivas de mi cuenta corriente para la próxima legislatura. A la basura de clase política se corresponde la correspondiente dosis de basura de clase mediática.
“Sí pero, ¿dónde estaba Zapatero cuando los controladores?”
Los opinadores del nuevo milenarismo (¡El PP nos salvará!), erre que erre, olvidan el carácter de Rodríguez Zapatero. Rubalcaba no está ahí para medrar, que también, ni para sustituir al actual presidente del Gobierno, que tal vez. Zapatero, superviviente de la política profesional, supuesta mediocridad andante que ha terminado controlando al PSOE y mandando a galeras a sus más sólidos referentes, los santones del felipismo, como si fueran trapos sucios, no ha colocado ahí a Rubalcaba por casualidad, ni para que le apuñale por la espalda, ni obligado por los suyos, que de repente se han envalentonado.
El tipo que nunca hace nada por casualidad y cuyo máximo objetivo es pasar a la Historia con marco dorado incluido, el actual presidente del Gobierno, ha puesto a Rubalcaba donde está para que se lleve las bofetadas. ¿Dónde estaba cuando los controladores? Colocando a Rubalcaba delante de las cámaras. Disponiéndolo todo para que la corte de impacientes tenga carnaza para tirar un par de semanas más: la carnaza que le conviene a Zapatero.
Quienes consideran al líder del PSOE un bobo de solemnidad llevan en semejante simpleza la penitencia: tendrán que seguir aguantándolo. No se acaba con los bobos a base de bobadas. Y estos días demasiados medios críticos con el Gobierno parecen empeñados en convertirse en la madre de todas las estupideces.