Tengo dos juicios pendientes de sentencia. Uno de mis acusadores insinúa que los norteamericanos se merecían el 11-S. El otro me acusa de haber escrito que el sindicato CNT-FAI tiene un pasado terrorista. Y ahora El País sostiene que pertenezco a una secta peligrosa. Tengo que darles las más efusivas gracias a los tres. Me han hecho ver que no debo estar haciendo las cosas tan mal.
Escribir con Nacho Arsuaga Proyecto Zapatero ha sido un placer. En primer lugar porque cualquier ejercicio que te obligue a fundamentar con argumentos y razones tus propias opiniones siempre resulta enriquecedor. La elaboración del texto fue algo complicada, pero es el libro que he escrito con más satisfacción.
Y en segundo lugar porque la reacción que está provocando nuestro análisis del zapaterismo en lugares como Prisa convierte el placer de haberlo escrito en algo que roza lo sublime.
Hace muchos años me acusaron de formar parte de una conspiración judeomasónica por reclamar en las calles de mi ciudad, Barcelona, la instauración de la democracia. Hoy los hijos de quienes entonces me acusaban y me llevaron esposado a la comisaría de Vía Layetana para conocer a los hermanos Creix, me vuelven a acusar de lo mismo: El País dice que pertenezco a una conspiración de “masonería blanca”. Lo que, al parecer, no es óbice para pertenecer al mismo tiempo a una “sociedad secreta [que] opera a la sombra de la Iglesia y en los aledaños del PP”. Masonería católica. ¡Por Tutatis!
La estupidez se ha ido heredando de generación en generación entre aquellos que, en plena decadencia del franquismo y, cuarenta años después, en plena decadencia del socialismo, siguen utilizando tan pobres digamos “argumentos”. Lo que no deja de llenarme, majestad, de una honda satisfacción: padres e hijos, franquistas recalcitrantes de los 70 y socialistas recalcitrantes de 2010, creen insultarme.
La idea más extravagante de Nacho cuando concluíamos las interminables correcciones del original fue la tirada:
“Haremos 100.000 ejemplares”.
A pesar de que me he ido acostumbrando al optimismo a prueba de Prisa de este hombre, me eché a reír: el más poderoso editor español no se hubiera atrevido ni harto de vino.
“Y se lo enviaremos gratis a los socios de Hazte Oír. Y por correo ordinario”.
Dejé de reír para empezar a considerar seriamente la posibilidad de que el calor del pasado verano le hubiera afectado.
Estos días, precisamente cuando los socios de HO están recibiendo por correo gratuitamente en su domicilio su ejemplar de Proyecto Zapatero, el antaño periódico y hoy seudopanfleto El País, en manos de una suerte de secta transnacional progre que quiere convertirse en el club Bilderberg, lanza sus más agresivas andanadas contra HO. Curiosas coincidencias.
Las varias decenas de miles de personas que formamos parte de HO estamos protagonizando un fenómeno social único en Europa: con la distribución masiva de este libro, del que finalmente se imprimirán 500.000 ejemplares, más las ediciones especiales en Chile y Argentina y las traducciones al italiano, francés, inglés y alemán, que ya están en marcha, vamos a llegar a un enorme número de personas. Nunca se había utilizado un libro como instrumento para una movilización de esta envergadura. Como amante de los libros, majestad, la hondura de mi satisfacción crece por momentos. Y como coautor, ni le cuento.
Ese es el motivo por el que hete aquí que los hijos de los franquistas del contubernio judeomasónico desempolvan los casposos discursos de papá, agarran el teléfono, llaman a El País y encargan un libelo de 2.727 palabras en el que nos acusan de ser “masones blancos de la Iglesia”.
Víctor Gago comentaba esta mañana que Proyecto Zapatero se ha convertido en “el libro que ha irritado a ZP hasta el punto de desplegar una campaña contra HO con su principal agente mediático”.
¿Tanto daño estamos haciendo con 142 páginas? La pregunta tal vez debería formularse de otra manera: ¿tan indigno es lo que están haciendo desde 2004, que 142 páginas les hacer perder los modales profesionales?
Vale la pena leer
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