El aprendiz de genocida lo tiene fácil en la España de nuestros días. Este territorio de la histeria que es internet le facilita las prácticas: puede ir dejando su rastro en todas partes amparado en la impunidad del nick. Pero más fácil todavía se lo pone la supuesta intelligentsia del sistema. Del sistema progresista.
“Lo que duele es la verdad. España no es nada sin Cataluña, solo sois un grupo de gandules, una nación de parásitos que para sobrevivir necesitais la limosna que robais a los Catalanes. Yo no busco el independentismo, seguiría manteniendo España, pero con moderación no a cambio de arruinar cataluña. ¿No os da vergüenza ser unos parásitos.”
Otro aprendiz, que se esconde bajo la denominación de Adicinarit, depuso en Lluis Companys y las antorchas de los suyos:
“Los hijosdeputa (sic) fascistas de mierda de la CEDA que apoyaron a Franco le hacían subir peldaños en su carrera militar a base de bombardear a la población civil. Esos bastardos de la CEDA que sí deberían haber sido juzgados en Nuremberg al lado de sus amigos seguidores de Hitler y Mussolini ordenaron a la Guardia Civil quemar vivas a familias enteras, niños inclusive. Solo os quejáis que el President de la Generalitat de Catalunya llevara a cabo su legítimo proyecto político refrendado por el pueblo en las elecciones.”
Un lector bienintencionado podría pensar que se trata de descerebrados que navegan en la chalupa 2.0 de los cobardes. Pero se equivocaría. No son incendiarios ocasionales e ignorantes. Son la fuerza de asalto del régimen progresista, los SA de la izquierda española. Y esta se encarga de alimentar constantemente su ADN genocida. Por ejemplo.
El asunto de las emisiones de TV3 en la Comunidad Valenciana se ha convertido en la clásica patochada que supura el estado de las autonomías. Nacionalistas y socialistas “invaden” el territorio catódico vecino por mor de la liberación de los supuestos “países catalanes”. Y el PP valenciano pica, ofrece un trueque (la emisión de su cadena regional en Cataluña) y termina cortando la emisión de la cadena catalana. Se trata solo de un episodio grotesco, otro más, propio de una organización territorial ineficaz y caduca, pero que nos ha costado a todos un buen montón de dinero, ha servido para generar más división y enfrentamientos y se seguirá utilizando para los mismos fines y con idénticos resultados mientras exista la actual Constitución.
Pues bien, la intelligentsia progresista utiliza este episodio para convertir la democracia en papel mojado y poder así actuar saltándose las reglas del juego. Manuel Baixauli, escritor y pintor:
“Los que hemos abierto los ojos tenemos la responsabilidad de hacerlos abrir a quienes los tienen cerrados o miran hacia otro lugar. También Hitler ganó unas elecciones, y si cometió los peores crímenes de la historia fue porque una multitud cómplice el consentía o miraba hacia otro lado (…) O Camps o democracia”.
El razonamiento es tan simple como venenoso. Si Francisco Camps se ha convertido efectivamente en Adolf Hitler, todo estaría naturalmente permitido con tal de que le echemos. Hete aquí por qué la izquierda actúa con total impunidad y con el máximo desprecio a la democracia: ha de evitar inmediatamente el exterminio de seis millones de judíos.
Los aprendices de genocidas, tontos útiles como Pitu de Farners o Adicinarit, son solo el resultado de lo que vocean los Milosevic, representantes del supuesto “mundo cultural” de una izquierda que ya no uso más camisa que la parda, ayatolás de minarete subvencionado que propaga el odio y coloca estrellas amarillas.
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En episodios anteriores: