La Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón ha difundido una encuesta que revela una opinión mayoritariamente positiva sobre el franquismo entre los españoles de hoy. ¿Acaso nos estamos librando de temores y complejos? El estudio se ha llevado a cabo en el momento en que está peor visto manifestar alguna opinión positiva sobre el anterior régimen.
La encuesta, firmada por la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón con una muestra relevante (cinco mil entrevistas), se realizó a cabo entre septiembre y noviembre de 2010.
Opinar hoy que el franquismo tuvo aspectos positivos, cuando la operación revisionista de nuestra historia está en pleno auge y la presión del pensamiento políticamente correcto de la izquierda es asfixiante, me llena de optimismo.
Los que en su momento nos opusimos al franquismo, conocimos su brigada político-social y “visitamos” los calabozos de las comisarías, hemos tenido que hacer un esfuerzo adicional para rescatar del secuestro cultural nuestro propio pasado. Y quienes no vivieron aquel régimen ni siquiera en sus postrimerías, han sido alimentados durante tres décadas con el pienso del progresismo, que se ha dedicado durante todo este tiempo a cambiar la historia a su antojo.
A pesar del lavado de cerebro individual y colectivo al que nos ha sometido la izquierda desde los años 60, los resultados de la encuesta permiten intuir una cierta liberación: o somos menos bobos y conformistas de lo que a todas luces parecemos, o empezamos a espabilar. Aunque sea desde el anonimato de una encuesta.
¿Cuál sería el resultado de esta misma consulta ni no hubiéramos conocido operaciones de propaganda como la llamada memoria histórica, o no hubiéramos padecido el vigente sistema educativo?
¿O acaso es el creciente grado de corrupción pública y de crisis moral nacional el que nos hace mirar para atrás?
La democracia nos pone las cosas muy difíciles. Se hace muy cuesta arriba defender y participar de un sistema político como el español de nuestros días, donde las víctimas no pueden manifestarse porque ello vulnera los derechos de sus asesinos, y donde la vida humana y las libertades más elementales se van convirtiendo en valores en desuso.