La satisfacción que producía escuchar a Rajoy durante su debate de investidura no procedía del contenido de sus palabras, sino de lo raras que sonaban tras siete años de estupidez gubernamental.
Lo suyo ha sido la faena del honesto jardinero contratado por horas. De su discurso en el Congreso solo pude deducir una cosa: parece usted convencido de haber recibido el encargo de cuidar del jardín sin alterar su aspecto.
Se comprometió usted a mejorar la limpieza de los arriates, pero no a cambiar sus especies. Nos contó con gesto de satisfacción mal disimulada que hará lo indecible por dejar los setos perfectamente podados, huyendo de la chapuza actual, pero no se aventuró a proponer un cambio de formas en el paisaje de ese jardín genuinamente izquierdista en el que estamos instalados desde la muerte de Franco.
¿Otra vez, señor Rajoy, dirigentes del Partido Popular, se van a conformar ustedes con ser meros gestores del modelo de sociedad del PSOE?
¿De nuevo van a adoptar el papel de simples comparsas hasta la vuelta del siguiente insensato que nos envíe Ferraz?