La ministra de Igualdad ha demostrado hoy, tras recibir a la representación de Derecho a Vivir, que su negociado fue puesto en pie por el PSOE con el único objetivo de aplicar las medidas de ingeniería social más radicales y extremistas.
El proyecto de ley del aborto, que el Gobierno quiere universal, gratuito y sin límites temporales, forma parte de la red de medidas a favor de la cultura de la muerte que los dirigentes del PSOE quieren imponer a la sociedad sin debate, sin consenso y sin que nadie las haya reclamado.
El aborto libre y la eutanasia, cuyo recorrido parlamentario se iniciará si el PSOE logra aprobar su proyecto abortista, necesitaban de un escaparate que ocultara su carácter totalitario. Al fin y al cabo la izquierda presume de ser la campeona en la defensa de los derechos humanos, y con la cultura de la muerte que patrocina, lo primero que hace es cercenarlos.
¿Solución? La más machista, como machista es el aborto: colóquese a una chica joven y agraciada que hable mucho de igualdad y derechos pero no haga nada por iniciativa propia. Y que sea ella la que venda la fúnebre mercancía de los “nuevos derechos”.
El Ministerio de Igualdad es a la política lo que La Sexta a las cadenas de televisión: una cara bonita, mucho ruido, titulares chillones, diseño y un nombre muy Aldous Huxley. Con eso basta para mantener el espejismo.
La demagogia que supuran los muros de Alcalá 37 no se aprecia en los telediarios, como no se aprecian las estupideces que dicen las presentadoras de los informativos de la mencionada cadena, porque el personal está pensando en otras cosas cuando las ve.
Bibiana Aído está haciendo el trabajo sucio del PSOE de Zapatero, como otros lo hicieron en el PSOE de Felipe González. Ambos, los de antaño y la joven de ahora, tienen una cosa en común: todos son matarifes.
Sin embargo algo ha avanzado la izquierda desde los GAL hasta nuestros días: ahora los matarifes son políticamente correctísimos.