Las víctimas, sean del terrorismo, de la política lingüística o de la libertad de opinión, resultan cada día más molestas para un establishment entre cuyos componentes se establecen oscuros intereses comunes más allá de las diferencias ideológicas.
No basta con que las víctimas sean víctimas. Es preciso además que paguen por ello. Y a tan sucia maniobra se prestan siempre los nacionalismos, que están abiertos 24 horas cuando se trata de señalar y de marcar.
Lo han vuelto a hacer. Los nacionalistas vascos son unos expertos en presentar a los judíos como responsables del Holocausto (aunque no se quedan atrás el resto de etnicistas y sus socios implantados en esta y otras regiones).
Cuando Arzalluz encabeza la recogida de fondos para pagar la multa de 900 euros impuesta a Alejandro Aranburu (PNV), el individuo que pateó a Antonio Aguirre (Foro Ermua), lo que está haciendo no es mostrar un gesto de cariño y solidaridad con el compañero condenado, sino comprar su derecho a agredir a las víctimas.
Tal comportamiento no constituye ninguna novedad. Ni en el dirigente vasco ni en el de ningún otro nacionalismo español. Durante décadas, todos los nacionalistas se han empleado a fondo para convertir a las víctimas en agresores. Sin embargo los partidos nacionalistas dejaban siempre el insulto descarado, la agresión y el atropello en manos de sus formaciones juveniles, o del periódico de "los chicos de la gasolina". Hasta que en la anterior legislatura la Asociación de Víctimas del Terrorismo, dirigida entonces por Francisco José Alcaraz, se hartó de la impunidad de la que gozan sus asesinos y empezó a salir a la calle.
Fue entonces cuando la campaña de criminalización de las víctimas pasó de un supuesto nacionalismo radical al no menos supuesto nacionalismo moderado, escoltado por los medios de comunicación etnicistas y de izquierdas de buena parte del país:
Jamás se habían visto tanta gente ataviada con ropa de marca en una movilización. (Josep Pernau, Récord de ropa de marca en una 'mani'. Publicado en El Periódico, 7.6.05)
En los estertores del franquismo se organizaban manifestaciones ‘espontáneas’ en apoyo del ‘caudillo’ como sucedió con el Juicio de Burgos o los fusilamientos de 1975. Entonces, un millón de personas se congregaban en la plaza de Oriente. Después de ver lo del sábado día 4 [manifestación de la AVT], me invade una sensación de ‘déjá vu’ que dicen los finolis, o sea, que la historia se repite aunque ahora los caudillos estén a la sombra, el uno la del Valle de los Caídos y el otro en la FAES.” (Víctor Zaldumbide, Manifestaciones. Publicado en Deia, 7.6.05)
Desde las filas del nacionalismo mediático, cabe atribuir a Salvador Cot una de las formulaciones más acabadas de este proceso de mutación que convirtió a las víctimas en verdugos.
Cot es un prestigioso periodista catalán que ocupó el cargo de director de Avui, el periódico subvencionado por la Generalidad catalana, el grupo Godó y el grupo Planeta. También fue presidente de una cosa llamada "comité profesional de TV3", grupito encargado de velar por las esencias étnicas de la cadena más subvencionada de España.
A Salvador Cot le debemos la teorización del transformismo terrorista a través de un artículo en el que sostiene que las auténticas víctimas no son las víctimas del terrorismo sino los nacionalistas:
Todos sabíamos que la bola de nieve que empezó en Ermua bajaba cada vez más hacia la intransigencia y el nacionalismo [español] más agresivo y, pese a saberlo, nadie entre nosotros levantó la voz por decir la verdad que saltaba a la vista. Los medios de comunicación catalanes y/o españoles tenemos la responsabilidad de haber convocado, instigado y retransmitido convocatorias que sabíamos que entraban en una estrategia partidaria bien definida y políticamente perversa.
Mucho tiempo después fingimos que nos damos cuenta, perplejos, que algunos son -somos- víctimas políticas de las víctimas del terrorismo y que las asociaciones y fundaciones que llevan tantos años llenando páginas y pantallas no estaban pensadas para la paz, sino para el combate.
Ahora resulta que la gente que interrumpía los plenos de los ayuntamientos vascos gritando y amenazando, vaya, es que estaban gritando y amenazando. Que los que exigían la pena de muerte para los etarras y la ilegalización de las instituciones vascas eran españolistas agresivos y que al fin y al cabo había un mando a distancia.
No sé si es demasiado tarde para que restituyamos la verdad que no hemos podido hacer llegar a las sociedades a las que nos dirigimos” (Salvador Cot, Víctimes de les víctimes. Publicado en Avui, 30.1.05)
Pero en España el nacionalismo ya no se circunscribe a los partidos oficialmente nacionalistas, de modo que en esta intoxicación ha participado también la izquierda. Y si la conversión de las víctimas en verdugos lleva la firma en los medios nacionalistas de Salvador Cot, en los medios de comunicación gubernamentales está encabezada por Iñaki Gabilondo.
Al periodista de PRISA le cabe el honor de haber encabezado una de las más indignas maniobras de intoxicación de los últimos años: la que situó a "un cojo" en una manifestación de la AVT en Sevilla.
Todos los medios del grupo, encabezados por las arengas de Gabilondo, dedicaron sus espacios a tratar de desprestigiar a las víctimas del terrorismo porque un manifestante encabezaba la marcha en silla de ruedas.
Según Cuatro (La falsa víctima del terrorismo), la SER, El País, CNN, etc., aquella víctima era falsa porque solo estaba cojo. Los medios que viven de PRISA se apresuraron a jalear el infundio (Falsas víctimas del terrorismo en las manifestaciones de Alcaraz).
A la campaña no tardaron en sumarse los dirigentes del PSOE y José Blanco aportó su previsible versión de los hechos en la red. Otro dirigente del PSOE, a la sazón secretario general del Partido Socialista de Vizcaya, José Antonio Pastor, sostuvo que el presidente de la AVT, Francisco José Alcaraz era "un sinvergüenza que utiliza perversamente el sufrimiento de las víctimas" (ABC, 20.11.06).
Rodríguez Zapatero tampoco ha sido ajeno a la operación de convertir a las víctimas en agresores. Hasta hace unos meses, el presidente socialista del gobierno español ha utilizado a menudo su munición contra las víctimas. Zapatero hizo sus primeros disparos en 2004 y su puntería fu afinándose a lo largo de la primera legislatura. Así, en 2006, en Montevideo, declaró que el cambio climático provoca más muertos que el terrorismo. Luego, de vuelta a España, suprimió las subvenciones a la AVT.
Con el título Para abono multa Alejandro Aranburu, desde hace unas horas el periódico digital vinculado a Arzalluz invita a ingresar dinero en una cuenta de la BBK con el fin de que los nacionalistas de toda España puedan adquirir su derecho a golpear a las víctimas.
Arzalluz aplica así punto por punto las pautas que la xenofobia étnica ha esparcido en la convivencia nacional, y que han terminado contaminando a una amplisima mayoría de la izquierda y, en los últimos tiempos, a sectores oportunistas cada vez más influyentes del PP.
De esta forma las víctimas, sean del terrorismo, de la política lingüística o de la libertad de opinión, resultan cada día más molestas para un establishment crecientemente uniforme, entre cuyos componentes se establecen oscuros intereses comunes más allá de las diferencias ideológicas.